Al general Cedillo se le recuerda como el organizador de la última rebelión contra el gobierno en el periodo posrevolucionario. En mayo de 1938 renunció a la Secretaría de Agricultura del gobierno cardenista para alzarse en armas en San Luis Potosí debido a su declarada oposición a la educación socialista, a la expropiación petrolera y contra la forma colectiva del reparto ejidal. Cedillo contaba con un largo expediente de participación en las primeras líneas de la Revolución, desde su adhesión al maderismo hasta su protagonismo en la guerra contra los cristeros. El Senado le brindó reconocimientos y le otorgó el grado de general de División. También fue gobernador en su estado y miembro del gabinete presidencial. Y aunque sus primeras acciones militares lo enaltecieron, las últimas prevalecieron en el juicio histórico.
Todos los 11 de enero se reúne en Palomas, en el municipio Ciudad del Maíz, en San Luis Potosí, un numeroso grupo de personas que acude al cementerio donde reposan los restos del general Saturnino Cedillo, muerto a manos del Ejército federal en la sierra de la Ventana en 1939. Alguien decía que originalmente venían quienes “con sus cuerpos formaron durante varios meses una ba-rrera que no tuvo la suficiente consistencia para que Saturnino Cedillo no cayera acribillado por las balas de un oficial de la Federación” (El Heraldo de San Luis, 29 de diciembre de 1953). Ahora asisten los hijos de los hijos que han transmitido oralmente las innumerables leyendas del hombre que se levantó en armas al lado de sus hermanos Cleofas y Magdaleno para seguir el llamado de Francisco I. Madero.
Vencedor ante el general Enrique Gorostieta al frente del ejército de los cristeros, gobernador del estado de San Luis Potosí, logró frenar la rebelión de Manzo y Escobar; jefe de la 28/a, 32/a, 35/a, 15/a, 12/a y 21/a zonas militares, secretario de Agricultura y Fomento en dos ocasiones, puso sus fuerzas campesinas a disposición del general Lázaro Cárdenas para llevarlo a la presidencia de la República, pero terminó oponiéndose a él en una rebelión condenada antes de nacer.
Cedillo en la memoria
El general Saturnino Cedillo es uno más de los personajes vencidos por la historia. Su vida militar, según el Archivo Histórico de la Defensa Nacional (SHDN-Cancelados, XI, 111/1-36) de la Secretaría de Guerra y Marina, transcurrió entre 1916 y 1939, entre su pri-mera y última rebeldía, desde que participó al lado de las heterogéneas fuerzas revolucionarias y la rebelión armada en contra del Estado cardenista.
Se le menciona por primera vez en un oficio del Estado Mayor del 21 de julio de 1916, en el que se notifica al general Federico Chapoy, gobernador y comandante militar de San Luis Potosí, sobre los arreglos para que entregara las armas junto con su hermano Magdaleno (Cleofas había muerto en 1915 en la batalla de El Ébano) y otros rebeldes que le seguían. Los arreglos continuaron porque en agosto, un general cuyo nombre sólo se identificaba con las iniciales J.O.M. informó a Adolfo de la Huerta haber reconcentrado en Ciudad del Maíz a los doscientos cincuenta hombres que dirigía Cedillo.
Tres temas destacan en ese archivo respecto a la vida militar de Cedillo: el primero y más importante es el que concierne a la organización de sus tropas bajo la forma de colonias agrícolas militares; el segundo es sobre su argumentación para su reconocimiento en los cuadros del Ejército mexicano; y el tercero, que sorprende por escaso, es el relativo a su última rebeldía.
Las colonias agrícolas en San Luis Potosí
Debieron pasar seis años desde su rendición como rebelde para encontrar a Cedillo ya como general de Brigada, interesado en ser reconocido como jefe de las colonias agrícolas de San Luis Potosí. El 27 de enero de 1922, el presidente de la Comisión de Reclamaciones de la Secretaría de Hacienda se dirigió a la de Guerra, solicitando informes sobre su posición. Se le respondió que el interesado era jefe de las colonias agrícolas, según informes en el Escalafón de Nuevo Ingreso. Y en ese sistema burocrático tan a la mexicana, dicho presidente de la Comisión quería saber cómo era considerado el interesado el 5 de mayo de 1914. Se le respondió que no existían antecedentes de la fecha, pero que en 1916 aún se le tenía como rebelde. En noviembre de 1917 murió en combate su hermano Magdaleno Cedillo.
No importaba que se debatiera a cuál esfera de la administración debían pertenecer, si a la Secretaría de Agricultura o a la de Guerra, pero las colonias agrícolas militares ocuparon todo su interés y logró transmitirlo a las autoridades, sobre todo a raíz de su apoyo desde noviembre de 1920 al Plan de Agua Prieta, liderado por el grupo de los sonorenses. En ese año intercambiaba correspondencia con el secretario de Guerra, Plutarco Elías Calles, a quien Saturnino informaba su beneplácito por el apoyo recibido para conseguir caballos y mulas para mover doscientos arados que se le entregaron para hacer renacer la prosperidad de la región, así como haberse enterado de que se le enviaría un tractor y demás implementos.
El general Joaquín Amaro comunicaba entonces a Calles que Cedillo y sus fuerzas manifestaron sus deseos de no reorganizarse en fuerza de línea y sí licenciarse para dedicarse a sus trabajos agrícolas. El 10 de diciembre de 1921 se dirigió a la Secretaría de Guerra, solicitando se le concediera licencia para pasar a la capital a tratar asuntos relativos a las colonias agríco-las militares, la cual finalmente obtuvo. Luego pidió seis mil pesos para la compra de una partida de maíz, después cinco mil más para el mismo fin y varios instrumentos agrícolas. Pidió más tarde los dos ingenieros que le habían prometido para organizar las colonias que le faltaban para reunir a todos los ex combatientes que se habían licenciado y estaban sin trabajar.
En cierta forma, según versiones de los cedillistas, el general potosino tomaba la estafeta de Emiliano Zapata, con un reparto de tierras en pequeña propiedad concedida con libre usufructo a los campesinos que podían enajenarla.
La compensación política
Cedillo se convirtió en gobernador del estado de San Luis Potosí y el 26 de mayo de 1927 se le concedió cese como jefe de Operaciones Militares; en su lugar era nombrado el general Francisco S. Carrera, su amigo. En octubre de 1928 Cedillo fue reconocido por el Senado de la República con los grados de coronel, general brigadier, general de Brigada y general de División. Y eso que apenas hacía dos años el coronel de la segunda sección de la Secretaría de la Defensa manifestaba que no era posible contar con su hoja de servicios porque faltaban los comprobantes de su ingreso al ejército.
Su carácter de reservista se mantuvo porque al estallar la rebelión de José Gonzalo Escobar, en marzo de 1929, el presidente provisional de la República, el licenciado Emilio Portes Gil, acordó el 30 de abril de 1929 que el general Cedillo volviera al servicio militar activo a cargo de la 15/a Jefatura de Operaciones Militares. Para el 23 de junio, conjurada la rebelión, pudo licenciar a los catorce mil soldados a caballo, probablemente el mayor contingente de tropas de habría logrado reunir en su carrera militar.
Después de un viaje al extranjero, el presidente Pascual Ortiz Rubio lo nombró secretario de Agricultura y Fomento, cargo en el que se mantuvo hasta el 18 de noviembre de 1931. Entonces comenzaron los primeros rumores –divulgados en Estados Unidos– de un levantamiento de Saturnino Cedillo en el México institucional, vinculados probable-mente con la crisis por el enfrentamiento entre Cárdenas y Calles. A la renuncia del gabinete en pleno, el presidente lo nombra secretario de Agricultura y Fomento el 24 de junio de 1935, motivo que le hace informar al general Andrés Figueroa, secretario de Guerra, la honra del nombramiento que acababa de recibir.
Saturnino Cedillo se alza en armas contra Lázaro Cárdenas
En un anónimo dirigido al secretario de la De-fensa se explicaba ampliamente que en la Estación Justina, en el distrito potosino de Mexquitic, operaba una cooperativa regenteada por un individuo de nombre J. Pilar García –cercano al general Cedillo–, quien se había convertido en un tirano. Contaba con el apoyo de Secundino Romo, gerente de la misma cooperativa donde se urdían las más innobles combinaciones para robar los productos de los desventurados campesinos que no podían protestar, porque si lo hacían, eran asesinados. Las armas que la República supuestamente otorgaba a los revolucionarios, en realidad se ponían en manos de los caciques, quienes se servían de ellas para establecer el terror, como sucedió en el caso de Pilar García, denunciado como cabecilla subordinado a Cedillo, secretario de Agricultura y Fomento. Se suponía que cuando el general Cedillo se lanzara a la lucha armada en defensa del cacicazgo que había implantado en su estado, el mencionado García podría organizar a miles de campesinos para luchar en su favor.
Todo pareció precipitarse con la renuncia de Cedillo a la secretaría a su cargo debido a un conflicto estudiantil en la Escuela de Chapingo, que hizo al presi-dente aceptar su renuncia el 6 de agosto de 1937. Para entonces la campaña de Vicente Lombardo Toledano, secretario de la CTM (Confederación de Trabajadores de México), anunciando la rebelión de Cedillo como la quinta columna de los nazis en México, resultaba absolutamente desproporcionada, pero encontraba el apoyo de las fuerzas de izquierda y el presidente Cárdenas sacaba provecho en sus objetivos nacionalistas.
Desde Mérida, Yucatán, el 19 de agosto de 1937, el coronel Alejandro Solis informaba al presidente Cárdenas: “[...] 12 000 campesinos...piden autorización para batir al Gral. Cedillo, próximo a rebelarse contra el gobierno federal”. Desde Tampico, Tamaulipas, el comandante de la 8/a zona militar contaba al presidente Cárdenas, desde el 15 de octubre de 1937, tener noticias del “complot revolucionario” que pretendía llevar a cabo el general Cedillo desde San Luis Potosí. El gobierno central no dejaría nada al azar y actuó en consecuencia, según se desprende del amplio documento que le informa pormenorizadamente de la vigilancia de los militares sobre la zona rebelde. Un informante decía haber recorrido junto con los generales P. F. de Córdova y José Sinteras, Río Verde, Cerritos, donde conferenciaron con el coronel Sotero Reséndiz quienes “mandan” los regimientos agraristas. El día 9 conferenció con el mismo Cedillo, quien le dijo que estaba dispuesto a levantarse en armas en contra del gobierno, lo envió a Palomas y desde allí ha estado dispuesto a informar a las autoridades.
Ya en la capital del estado fueron a visitar al gobernador, el coronel Mateo Hernández Netro, quien les hizo recomendaciones para que vieran al general Cedillo y estrecharan sus antiguas relaciones. Conferenciaron con el susodicho el día 10 por la mañana y él le confirmó al general Córdova sus intenciones rebeldes, apoyado por varios generales tanto de San Luis como de Tamaulipas, Querétaro, Nuevo León, Puebla, Hidalgo, Chiapas, Oaxaca y Veracruz. El coronel de Río Verde dijo disponer de seiscientos hombres y nombró a los cristeros que operaban entre las rancherías de Querétaro y Guanajuato. Habló de atraer a más oficiales a la revuelta e incluso de algunas monjas que podían apoyar con armas. Se habló de detener trenes destruyendo las vías. Incluso se mencionó de la rivalidad del general Juan Andreu Almazán respecto a Cárdenas, por lo que era susceptible de ser atraído a la causa. También dijeron que utilizarán matones para acabar con los jefes militares, ya fuera a puñaladas o con veneno.
Cedillo habría pedido que los partes le fueran en-viados a Ciudad del Maíz a nombre de un compadre. También envió a otra persona a dialogar con los militares de la Ciudad de México, pero lo fuerte sería la gente que sobraba en San Luis, sobre todo los regimientos agraristas de los generales Francisco Carrera e Ildefonso Turruviates, dirigentes de las colonias. Se mencionó el control de las centrales telefónicas y se habló de los comisionados para conferenciar con Alemania, Italia y Estados Unidos. A Lombardo Toledano lo consideraban cercano a Cárdenas, pero sí contarían con Ramón Yocupicio y con Nicolás Rodríguez, “mexicano libre y nacionalista”.
El general Córdova habría preguntado igualmente a Cedillo por su relación con el licenciado Portes Gil, con quien se encargaría de tener varias llamadas telefónicas para conferenciar con otros generales de peso. Los alijadores harían bombas y pondrían unas en el edificio de El Águilay que otras armas habían llegado en el vapor Coahuila a fines de septiembre para ser trasladadas a Palomas. Muchas otras actividades y la búsqueda de más colaboradores habrían sido mencionadas, según el mismo Alejandro Solis. Pero el reporte resulta demasiado exhaustivo para no ser sospechoso, ya que son mencionados todos los posibles complotistas sin faltar ninguno que no hubiera sido señalado de haber tenido el menor roce con Cárdenas. Además, la fecha es demasiado próxima a la de la renuncia de Cedillo a la Secretaría de Agricultura y Fomento, apenas ocurrida a la mitad de agosto.
Los movimientos de los amigos de Cedillo continuaron siendo denunciados y también se informó que en Escobedo, San Luis Potosí, a altas horas de la noche del 26 de diciembre, un grupo de empleados municipales armados lanzaron disparos al aire gritando vivas a Cedillo…