POLIOMIELITIS. La guerra contra una enfermedad terrible

El mal que paralizó a la sociedad mexicana en el siglo XX

José Luis Gómez de Lara

La poliomielitis, junto con la viruela, cólera, tuberculosis, influenza y otras enfermedades infecciosas, fue uno de los padecimientos que puso a temblar a la población mundial a mediados del siglo XX. Es una enfermedad que, cuando no produce la muerte, suele dejar invalideces permanentes, en especial en las extremidades inferiores de las personas que la padecen, principalmente los niños.

 

Ante ello, las madres fueron las más preocupadas debido al temor de que sus hijos quedaran paralíticos por el resto de su vida o, en el peor de los casos, murieran. Por tal motivo, procuraban que estuvieran en casa el mayor tiempo posible y se mantuvieran alejados de niños que habían contraído la enfermedad.

 

En México, antes de 1946, la poliomielitis fue poco conocida por los médicos a causa de que muchas de sus manifestaciones se confundían con otros padecimientos neurológicos como la meningitis, encefalitis, anencefalia, espina bífida, mielitis o parálisis cerebral. La falta de conocimiento de la entonces enfermedad de Heine-Medin por los internistas u ortopedistas, y posiblemente algunos cambios en las condiciones de vida de la población, trajeron como resultado un aumento en el número de menores afectados.

 

Fue a partir de 1949 cuando se sentaron las bases para entender mejor la enfermedad. Se demostró que era viral, transmisible, que el microorganismo causante se encontraba en el tubo digestivo y que era necesario tratar sus secuelas. En este último punto destacó la lucha del Hospital Infantil de México Federico Gómez, donde fue hospitalizada la mayoría de los enfermos de polio y los ortopedistas Alfonso Tohen Zamudio, Alejandro Velasco Zimbrón, Juan Farill y Luis Sierra Rojas atendieron entre 1945 y 1960 a miles de pacientes con secuelas de poliomielitis por medio de técnicas quirúrgicas ideadas por ellos, así como con la invención de aparatos ortopédicos.

 

La epidemia

 

La aglomeración en grandes urbes y la emigración fueron factores que motivaron la aparición de la polio en varias naciones, entre ellas México, que por cierto ha sido víctima de numerosas epidemias a lo largo de los años; una de las últimas fue la influenza A-H1N1 en 2009.

 

La polio existía en México desde antes de 1946, cuando brotó la primera epidemia con 248 casos. El doctor Alfonso Tohen Zamudio menciona que era conocida en el país desde 1930, cuando se presentaron tres incidentes, aunque algunos investigadores han señalado la existencia de casos de poliomielitis paralítica a finales del siglo XIX.

 

Uno de los episodios más antiguos de los que se tiene noticia en México es de 1912, de un hombre que padeció el ataque en los primeros años de su infancia y de adulto se le encontró una invalidez del sistema locomotor con características de parálisis segmentaria y cuyos antecedentes correspondían a un caso de polio. En vista de que presentaba deformidades en las piernas, esta persona fue operada y después logró una recuperación tal que le fue posible caminar.

 

De acuerdo con las investigadoras América Molina del Villar, Lourdes Márquez Morfín y Claudia Patricia Pardo, para entender las epidemias y pandemias es importante tomar en cuenta dos factores: primero, el patrón de los movimientos de individuos, grupos o poblaciones enteras de un área u otra; en segundo lugar, los modos en los que el tránsito de la gente dispersa la enfermedad. Si analizamos el caso de la poliomielitis, su propagación estuvo relacionada con los movimientos migratorios en la frontera México-Estados Unidos. El 25 de agosto de 1948 el periódico El Siglo de Torreón publicaba en su primera plana que fueron los estadunidenses los que llevaron a esa ciudad del estado de Coahuila el germen de la enfermedad, que después se diseminó por el país.

 

Tras ese brote en el territorio se fundó el Comité Nacional de Estudio Contra la Poliomielitis, el cual comprendió los tres principales rubros para tratar el problema: investigación y control epidemiológico, investigación científica e investigación técnica y asistencial. Estaba integrado por los doctores Carlos Calderón, Luis Vázquez Campos, Gerardo Varela, Fernando López Clares, Juan Farill y Alejandro Velasco Zimbrón.

 

Parte del trabajo del Comité, con apoyo de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, consistió en limitar el esparcimiento de los casos de parálisis con medidas como el aislamiento de los pacientes en condición aguda en el hospital o el hogar durante catorce días desde la iniciación de la fiebre, o no llevar a los niños menores de cinco años a parques infantiles, mercados, cines, teatros, albercas e iglesias. El ideal era que los infantes sólo tuvieran relaciones con sus padres, hermanos y niños con los que habitualmente jugaban y no permitírseles relación con personas extrañas a ese círculo durante varios meses.

 

De la misma manera, se recomendaba que aquellas intervenciones quirúrgicas de la garganta o extracciones dentales en menores de cinco años se aplazaran. Además, había que evitarles la fatiga física, mental o emocional; vestirlos adecuadamente para que no sufrieran cambios bruscos de temperatura, y limpiar con esmero las habitaciones donde durmieran, jugaran o comieran con el fin de que estos lugares se mantuvieran libres de moscas.

 

Con todo, en 1951 se registraron 1 834 casos severos de polio; en 1953 fueron 1,787, y para 1955 la suma alcanzó la cifra de 1,824.

 

Esta publicación es sólo un fragmento del artículo "La guerra contra la Polio" del autor José Luis Gómez de Lara, que se publicó íntegramete en el Relatos e Historias en México número 99: http://relatosehistorias.mx/la-coleccion/99-felipe-angeles-un-extraordin...