Más que un vehículo

Los inicios de la motocicleta en México

Marco A. Villa

La locura por la motocicleta va más allá del incremento exponencial en el parque vehicular de éstas durante los últimos quince años, periodo en el cual se ha registrado un alza de alrededor de 400 por ciento. Hoy más del diez por ciento de los mexicanos tiene una (cifra que sigue en aumento), desde las prestigiosas BMW o las Ducati, hasta las populares Honda o Suzuki, pasando por las de diversas marcas económicas como Italika. Sin embargo, los efectos alternos de este consumo masivo no sólo superaron a los automóviles en practicidad y economía, sino también en percances viales y faltas al reglamento de tránsito.

Desde su aparición en nuestro país en los albores del siglo pasado, cuando marcas como Indian y Triumph acompañaron a la Harley Davidson en la búsqueda de sus primeros cautivos, las motocicletas generaron furor inmediato. Sabido es que uno de estos fieles fue el general Francisco Villa, a quien en los últimos años de la lucha civil se le vio a bordo de más de una Indian atravesando calles y poblados por donde pasaba la marea revolucionaria, al igual que lo hacían los miembros de algunas unidades militares del ejército federal que se valieron de esta tecnología sobre ruedas para diversificar sus ventajas durante la guerra, como ocurrió también con los integrantes de la llamada Expedición Punitiva (iniciada en 1916), que quiso capturar al Centauro del Norte, o también entre las naciones partícipes en la Gran Guerra (1914-1918).

Luego de la Revolución, su presencia en el ámbito civil fue cada vez más notoria, en buena medida debido a los cambios en el paisaje urbano, sobre todo en las principales ciudades del país, donde la modernización marcaba el ritmo de la vida cotidiana y transportes como la motocicleta comenzaron a ser protagonistas, pues permitían a sus usuarios desplazarse con mayor rapidez por las grandes avenidas de la época. Si bien su adquisición no estaba al alcance de los bolsillos de cualquier persona, no eran pocos los que tenían la posibilidad de hacerse de una de estas ruidosas máquinas, prendados por su eficiencia y por una cultura que poco a poco se robustecía, y a la cual contribuían los clubes recién formados, las competencias deportivas, los desfiles y eventos, y hasta las películas de la naciente época de oro del cine en las que aparecían.

Habían pasado setenta años desde que el alemán Gottlieb Daimler montó un motor de combustión a una bicicleta de madera cuando los mexicanos vieron los anuncios de la primera marca de motocicletas nacional: Moto Islo. Nacida en 1955 en tierras coahuilenses por iniciativa del ingeniero Isidro López Zertuche, esa empresa se caracterizó en sus primeros años por producir un vehículo “económico, versátil” e ideal para el trabajo. Los equinos hasta entonces utilizados para el transporte de mercancías eran ahora reemplazados por los modelos de la compañía de don Isidro. Esta primera fábrica de motos en América Latina siguió su linaje motorizado con vehículos de otros estilos, como de tipo enduro o las cross, respondiendo así a los diferentes intereses que sus seguidores tenían.

Una década después los primeros tres modelos de Carabela emergieron en el mercado mexicano, convirtiéndose rápidamente en una de las marcas favoritas del público. Cabe destacar que la empresa llevaba varios años trabajando en ese lanzamiento, desde que en 1954 Remo Vecchi fue elegido para materializar el proyecto para la empresa Acermex –conocida por sus bicicletas, entre otros productos– y un año antes se ensamblara “el primer prototipo 50cc y tres velocidades con componentes importados”. Al igual que su contraparte, la empresa Carabela pronto desarrolló modelos para otros usos, como la minimoto de tres velocidades, lanzada en 1968, o las motocicletas de carreras, usadas por el propio Remo y sus hermanos Walter y Giancarlo, quienes integraron el primer equipo de competencia de la marca.

Para conocer más de éste y otros interesantes temas, adquiere nuestro número 201, de julio de 2025, disponible en nuestra tienda en línea.