Los deportes de exhibición que se presentan durante los Juegos Olímpicos son una vitrina para promover parte de las actividades recreativas de un país o región. El Comité Olímpico Mexicano decidió en 1968 dar una probadita de un conjunto de juegos que hermanaba a varias naciones latinas. Englobados como “juegos de pelota vasca”…
Los deportes de exhibición que se presentan durante los Juegos Olímpicos son una vitrina para promover parte de las actividades recreativas de un país o región. En otros casos, se han utilizado para dar lugar a juegos populares conocidos mundialmente, pero no incorporados en las competiciones oficiales. Desde la presentación de la glima (lucha tradicional islandesa) en Estocolmo 1912, es del gusto de los organizadores promover parte de su cultura ante el mundo.
El Comité Olímpico Mexicano decidió en 1968 dar una probadita de un conjunto de juegos que hermanaba a varias naciones latinas. Englobados como “juegos de pelota vasca”, se desarrollaron competencias de pelota mano, cesta punta, paleta cuero, frontenis y paleta goma. También el tenis fue posicionado como juego de exhibición, pero totalmente aparte.
Contabilizando aquellos deportes en el medallero oficial, México hubiese acrecentado la que hasta el momento es su mejor participación olímpica al sumar a sus nueve medallas (tres por cada metal) de ese evento, dos más de oro vía frontenis y paleta goma, así como tres de bronce mediante paleta cuero, cesta punta y pelota mano, dando un total de catorce. Y es que como lo mencionamos en alguna ocasión (véase la edición número 79, de marzo de 2015), nuestro país siempre ha sido un fuerte contendiente en competiciones de este tipo.
En México 68, el principal rival en las contiendas mencionadas fue España; sin embargo, franceses, argentinos y uruguayos también disputaron medallas y complicaron la labor de los nacionales, entre quienes destacó José Becerra Torres, el Veneno. Este pelotari es considerado uno de los mejores de nuestra historia.
Originario de Guadalajara, el Veneno fue varias veces campeón nacional de frontenis y en el ámbito internacional recién había conquistado el campeonato de pelota vasca, en la modalidad paleta goma, de 1966. Después de los Juegos Olímpicos de México, continuó con esa racha triunfadora en diferentes mundiales.
Lo sobresaliente de México 68 fue que el público presente en las competencias de pelota vasca salió contento con la participación nacional y, ante los sinsabores resultantes de varias preseas no conquistadas, los pelotaris mexicanos dieron al mundo cátedra de un juego que hermana a la cultura hispana, desde la península ibérica hasta la Patagonia.