El fisicoculturismo es un deporte que tuvo muchas complicaciones para lograr ser respetado por la sociedad moderna. Los argumentos fueron varios: la artificialidad o egocentrismo del practicante, burlas relacionadas con cerebros pequeños en cuerpos grandes e incluso vincular esta actividad con la preferencia sexual o las drogas.
El fisicoculturismo es un deporte que tuvo muchas complicaciones para lograr ser respetado por la sociedad moderna, a pesar de contar con referentes históricos como las obras escultóricas de diferentes culturas antiguas, como la griega o la romana, en las que los cuerpos torneados y perfeccionados en su musculatura eran una composición recurrente al esculpir atletas. Incluso héroes míticos como Hércules o Aquiles fueron protagonistas destacados por su descomunal porte físico.
En las sociedades guerreras, el físico bien entrenado era sinónimo de virilidad y poder, pero con el paso del tiempo, el cambio en las convivencias sociales y la adaptabilidad del ser humano para sobrevivir valiéndose de otros medios, el arduo entrenamiento corporal vino a menos. En Europa, durante el siglo XIX, este tipo de cultura física resurgió junto al lugar de entrenamiento, los famosos gimnasios, que etimológicamente remiten al hecho de hacer ejercicios al desnudo. Así, en el siglo XX se perfeccionaron aparatos, ejercicios y rutinas que generaron cada vez más adeptos e incluso adictos al arte de moldear el cuerpo.
Sin embargo, esta comunidad fue ferozmente atacada. Los argumentos fueron varios: la artificialidad o egocentrismo del practicante, burlas relacionadas con cerebros pequeños en cuerpos grandes e incluso vincular esta actividad con la preferencia sexual o las drogas. No obstante, estos individuos que en algunos casos llegaron a sufrir marginación social, no desistieron y demostraron que, más allá de los complejos generales, practicaban un deporte de compromiso, arduo trabajo y satisfacción.
Durante la segunda década del siglo XX, en diversas partes del mundo se crearon certámenes donde la musculatura era admirada y premiada. En nuestro país, por ejemplo, apareció el término Míster México y hombres de distintas partes de la República competían para adjudicarse el título. A escala internacional, un personaje como Arnold Schwarzenegger se atrevió a dar el salto al mundo del espectáculo, a pesar de las burlas y críticas, y pasó de ser un fisicoculturista a ícono del cine, consolidando positivamente los cuerpos trabajados en gimnasio.