La presencia húngara en México

Ricardo Cruz García

Del siglo XIX a la actualidad.

 

Una migración con historia

“Cuando llegó aquí mi papá era entonces don Nicolás. Todos lo respetaron”. Este recuerdo es parte de solo una de miles de historias de húngaros que llegaron a México en el siglo pasado, se asentaron y lograron prosperar y dejar huella en este país luego de tener que abandonar su nación, en especial a partir de la década de 1920.

La historia de Nicolás Klein es un caso ejemplar de lo que les tocó vivir a cientos de familias que tuvieron que dejar su país tras la Primera Guerra Mundial debido, principalmente, a problemas políticos, territoriales, económicos o religiosos. Sin embargo, la presenciade la población húngara en México se remonta al siglo XIX.

A mediados de esa centuria, por ejemplo, podemos hallar registro de la estancia en México del ingeniero y escritor Károly László, quien vivió aquí entre 1857 y 1865. De acuerdo con la historiadora Mónika Szente-Varga, al igual que el viajero y científico János Xántus y el fotógrafo y naturalista Pál Rosti –que también estuvieron en nuestro país por esos años–, László tuvo que salir de Hungría como exiliado político debido a su participación en la guerra de independencia contra el Imperio austriaco de los Habsburgo, encabezado por Francisco José I, el cual al final derrotó a los rebeldes.

Maximiliano de Habsburgo, hermano menor de Francisco José I, llegaría como emperador de México en 1864 y con él vendrían otros tantos húngaros. Como ha señalada la historiadora Katalin Jancsó, tal fue el caso de los más de mil oficiales y soldados de esa nación que integraron el Cuerpo Imperial de Voluntarios de Austria-Hungría, entre quienes estaba, por ejemplo, el cocinero József Tüdös, así como el médico Ede Szenger (o Szender), quien se estableció en San Luis Potosí por aquellos años y –según su propia narración– fue el encargado de cubrir con una sábana el cuerpo del emperador Maximiliano tras su fusilamiento en junio de 1867, además de que participó en su autopsia y embalsamamiento.

La crisis europea

Terminada la Segunda Intervención francesa y el Imperio de Maximiliano, la presencia húngara en el país se mantuvo sin grandes cambios hasta que, en las primeras décadas del siglo XX, la crisis en Europa detonó una nueva ola migratoria hacia América, principalmente a Estados Unidos. Sin embargo, México fue para muchos una excelente segunda opción.

El Imperio austrohúngaro salió derrotado, fragmentado y en ruina de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Su antiguo y extenso territorio se dividió para formar pequeñas naciones, algunas de las cuales, sin embargo, no dejarían de estar en conflicto durante buena parte del siglo XX. Entre ellas estaban la República de Austria, la República Checoslovaca, el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (lo que más tarde sería Yugoslavia), la República Polaca y la República Popular de Hungría.

La pérdida de cerca de dos tercios de su antigua superficie y la dispersión de su población –mucha de la cual se quedó en los territorios cedidos según lo estipulado en el Tratado de Trianon de junio de 1920– fueron factores que definieron la política y la sociedad en Hungría tras su derrota en la llamada Gran Guerra. A ello se sumó la crisis económica, agravada por la inflación y el desempleo, que hizo que muchos húngaros se vieran obligados a dejar su país.

La inestabilidad en el gobierno también se agudizó, en medio de una disputa entre las potencias europeas y el poder soviético. Después de una revolución y un golpe de Estado, en marzo de 1920 llegó al poder Miklós Horthy, quien fungió como regente del Reino de Hungría hasta 1944, cuando la nación sería ocupada por la Alemania nazi, ya en la Segunda Guerra Mundial. Su régimen se caracterizó por su talante autoritario, nacionalista y anticomunista, lo que también derivó en la represión y persecución de los disidentes políticos, muchos de los cuales fueron forzados a abandonar el país. Varios de ellos llegarían a México.

Por si fuera poco, a lo anterior se añadió una cuestión religiosa: el antisemitismo. Muchas de las personas que tuvieron que salir de Hungría eran judías que padecían discriminación social y legal por sus creencias o su origen étnico. Como refiere Szente-Varga, pese a que esa nación es predominantemente católica, la mayoría de los pobladores que llegaron a México en la primera mitad del siglo XX se identificaron como judíos, por lo que, al paso de los años, constituyeron una sólida comunidad en su nuevo país.

 

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