La llegada del ferrocarril a México

Cuando se capturó esta imagen con el volcán Popocatépetl al fondo, habían pasado más de seis décadas desde que el presidente Anastasio Bustamante diera a un comerciante de Veracruz, en 1837, “el privilegio exclusivo para establecer un camino de fierro desde el puerto hasta la capital”, marcando así la llegada del ferrocarril a nuestro país.

 

En el último cuarto del siglo XIX, miles de usarios habían conocido ya nuevos horizontes a bordo de las pesadas moles que transitaban sobre los durmientes o traviesas, muchos de ellos maravillados con el paisaje y los propios vehículos. “Va cruzando en las llanuras / va corriendo en las montañas / con sus músculos de fierro […] el intrépido gigante / que devora las distancias”, escribiría en 1877 el político liberal y escritor Guillermo Prieto.

Terminaba el Porfiriato y las vías llegaban a buena parte del país, aunque este transporte dejó de ser hace mucho el preferido por los viajeros.

 

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