Entre los inventos más destacados de Newton está el telescopio reflector, el cual utiliza espejos en lugar de lentes para enfocar la luz y formar imágenes.
El nombre de Isaac Newton nos remite rápidamente a algunos de los temas físicos y matemáticos más importantes de la historia, como el cálculo infinitesimal y las leyes de gravitación universal, de la mecánica y del enfriamiento. Directa o indirectamente, hemos escuchado que el nacido en Lincolnshire, Inglaterra, en 1642 fue una de las mentes más grandes que ha visto nacer la humanidad. En la actualidad también es conocido que debemos a Newton, o a sus seguidores más recalcitrantes, que personajes como Robert Hooke (creador de la ley de la elasticidad) y Gottfried Wilhelm Leibniz (cocreador del cálculo) hayan pasado desapercibidos por la historia para varias generaciones, debido a confrontaciones intelectuales con el inglés.
Sin embargo, más allá de su trabajo dedicado a realizar leyes concretas para dar sentido a fenómenos naturales comunes, Newton fue un hombre de su tiempo y ampliamente creyente de Dios. Durante buena parte de su vida dedicó muchas horas a la teología y, gracias a las innumerables biografías que se han escrito de él, conocemos su intento de hacer compatibles sus descubrimientos con la idea de un Dios omnipotente.
“El bellísimo sistema del Sol, los planetas y los cometas solamente puede proceder del dictamen de un Ser inteligente y poderoso […] El Dios supremo es un Ser eterno, infinito absolutamente perfecto […] Él gobierna todas las cosas y sobre todas las cosas que pueden ser hechas o no hechas”, escribió en el prólogo de su segunda edición de Philosophiae Naturalis Principia Mathematica –una de las obras científicas más valoradas de la historia donde expone sus principios mecánicos y matemáticos–, al tener la inquietud de que en su primera edición no había quedado clara su postura creyente.
Este hombre que dio un sentido matemático a la Tierra y al universo poseía al momento de morir, en marzo de 1727, la cantidad de 1 612 libros, de los cuales 912 estaban relacionados con asuntos teológicos. Su fe no le impidió desarrollar un sistema de leyes ni lo desanimó para responder todas sus preguntas por el camino de la ciencia. Esto fue, quizá, su logro más grande, incluso mayor que sus aportaciones al conocimiento de la humanidad, y eso ya es decir bastante.
El artículo "Isaac Newton" del autor Gerardo Díaz se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, número 105.
Esta publicación se complementa con el interesante documental sobre la vida y obra de Isaac Newton; mismo que puede ver dando clic en la siguiente liga: http://relatosehistorias.mx/numero-vigente/isaac-newton-hombre-de-ciencia