Francisco J. Múgica: la vía truncada de un candidato radical

Arturo Grunstein

A pesar de todos los obstáculos, tropiezos y conflictos que enfrentó, Múgica se mantuvo obstinadamente en su ruta del socialismo nepiano. Hasta su último día en el gabinete, no cejó en sus esfuerzos por tomar las “palancas de mando” de la economía y continuó con sus propósitos de recuperar la riqueza de los recursos naturales (preferentemente) y controlar los servicios públicos estratégicos a través del mismo Estado o de productores nacionales organizados en cooperativas. Desde los primeros indicios del giro hacia la moderación con el ocaso del cardenismo, no dejó de denunciar algunas de las acciones regresivas que, a su juicio, se apartaban de estos objetivos. Indudablemente, su decisión de buscar la presidencia en 1939 iba en el sentido de continuar escalando por la escarpada vía del nacionalismo revolucionario hacia el socialismo en México.

Así pues, es razonable suponer que esas políticas socialistas, implementadas por Múgica entre 1934 y 1939, revelan el proyecto que muy probablemente habría impulsado como presidente de la República. Es decir, sin ser concluyente, la historia presentada sobre lo que hizo Múgica como secretario en el cardenismo nos brinda algunas claves valiosas para imaginar lo que hubiese sido la orientación de su gobierno.

Al iniciar su campaña en 1939, en una entrevista con su seguidora la periodista Magdalena Mondragón, a la pregunta: “Muchos dicen que es usted comunista... ¿qué opina?”, el general respondió: “Solo puedo decirle esto: nunca estuve afiliado a ese partido. Ni lo estoy. Esto no quiere decir que sea enemigo de los comunistas, pues no me espanto, como muchos revolucionarios, de esta palabra, ya que el artículo 123 de nuestra Constitución es el programa mínimo de Marx; ese artículo fue hecho por mí y por otros revolucionarios que no conocíamos las ideas llamadas después comunismo; considerábamos que ya era una necesidad la menor jornada de trabajo, el aumento de salarios, y demás ventajas que constituyeron los ideales de Marx; y que, si tuvieron éxito, fue porque colmaban las necesidades de los pueblos hambrientos de justicia”.

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