El opio, una mercancía lucrativa

China, lejos de los paraísos artificiales y cerca de la guerra

Javier Torres Medina

El opio permitió a los ingleses la compra de algodón y té a bajo precio, y reingresar en sus arcas plata. Para 1790, el emperador chino lo prohibió, tras evidenciar los estragos que provocaba entre la población.

 

El comercio chino-occidental perdió su equilibrio a fines del siglo XVIII provocado por la disminución del flujo de plata. Las guerras imperiales con España iniciadas en el verano de 1779 habían afectado el trasiego de plata, así como la guerra de independencia de las Trece Colonias. Ante el aumento de la demanda de mercancías como el té, los comerciantes ingleses introdujeron opio cultivado en la India para equilibrar la balanza de pagos.

De hecho, el opio había estado presente desde 1782, cuando los ingleses se habían apropiado de la India y dominaron los mercados de la droga, del algodón y del té. La droga se estaba convirtiendo en una herramienta imprescindible de un sistema de intercambio global que financiaba la deuda pública de la India Británica, proveía las fábricas inglesas de algodón a bajo precio, mantenía vivo el cuantioso comercio del té y daba un extra de capital en plata mexicana atesorada en China.

En 1790 el emperador chino prohibió toda importación de opio, tras evidenciar los estragos que la droga provocaba entre la población. Para los británicos este escollo fue relativamente fácil de anular por medio de la presión y la fuerza. El comercio de opio se expandió a tal grado que su trasiego pasó de 15 a 75 toneladas métricas entre 1770 y 1773; para 1800 llegó a 250 toneladas y hacia 1840 la cifra aumentó a 2,555 de estas.

Una mercancía lucrativa

Para el comercio de esta mercancía altamente lucrativa, atractiva y rentable, era vital mantener un flujo constante de la plata. De ahí el gran interés de Gran Bretaña en la Nueva España. Entre 1818 y 1850 desde China se enviaron a Bombay más de cincuenta millones de pesos a cambio de opio, en su mayor parte plata mexicana. En 1822 el opio llegó a representar el once por ciento de los ingresos del imperio indio. El opio comenzó a intercambiarse en China a cambio de té, hasta el punto de que, en 1836, Inglaterra consiguió volcar la balanza de pagos a su favor y con el producto de este tráfico pudieron pagarse en gran parte los gastos de la administración británica en la India. De manera indirecta, el impuesto al opio se volvió un importante rubro en los ingresos del gobierno colonial de la India Británica. Gracias al auge del tráfico del opio, exportado de la India a China, Inglaterra pudo compensar durante un tiempo la balanza comercial, que hasta entonces estaba a favor de China.

Para consolidar su balanza, los británicos idearon un sistema de intercambio de bienes para comprar algodón en los estados sureños de Estados Unidos a cambio de títulos de propiedad reservados en opio de Bengala, los cuales estaban respaldados por plata mexicana. Para ese entonces Estados Unidos ya era un fuerte competidor en los mercados asiáticos y posteriormente, con su expansión en el continente, pudo tener un control sobre los puertos mexicanos de California: San Francisco y Monterey, en donde traficaba con grandes cantidades de plata.

Por otras rutas se surtía de opio a China. Se compraba la droga en la costa de Malasia y se mandaba a Cantón. Algunos barcos bordeaban Java y otros iban de Filipinas a Macao cuya ruta seguía bajo el control de naves españolas, por lo que siguieron fluyendo monedas novohispanas de antiguo cuño. El opio era comprado y vendido en “dólares de cabeza” o carolus. En muchas partes de China seguían siendo muy estimados los viejos pesos coloniales, por lo que se desplegó un esfuerzo especial por recolectar estas monedas en México con el fin de exportarlas a Asia. Se pensó en que estas monedas se fundieran, pero los chinos se negaron porque las seguían apreciando y usando de manera cotidiana.

El control del comercio del opio fue posible por las presiones que llegaron hasta intervenciones armadas en puertos y ciudades chinas. Las dos guerras que se provocaron entre 1839-1842 y 1856-1860, conocidas como las Guerras del Opio, forzaron a China a firmar sendos tratados que incluían la sesión del puerto de Hong Kong a los ingleses y a abrir cinco puertos adicionales para el comercio internacional. En el segundo conflicto, el que intervinieron también los franceses, China se negó a la libre circulación de extranjeros al interior del país y a la apertura de nuevos centros de comercio, lo que desencadenó el ataque a Pekín que acabó con el palacio de verano del emperador, tras lo cual accedió a firmar los tratados y a pagar una cuantiosa indemnización en plata mexicana por la pérdida de los cargamentos destruidos.

 

Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición #164 impresa o digital:

“Plata y opio”. Versión impresa.

“Plata y opio”. Versión digital.

 

Recomendaciones del editor:

Si desea saber más sobre México y el origen del comercio mundial, dé clic en nuestra sección “Plata y Opio”.

 

Javier Torres Medina. Doctor en Historia por El Colegio de México. Profesor de Historia de México del siglo XIX en la FES Acatlán-UNAM. Sus investigaciones se han enfocado a la historia económica, específicamente en temas de historia fiscal y monetaria. Entre otras obras, ha publicado Centralismo y reorganización. La hacienda pública y la administración durante la primera república central de México, 1835-1842, y La consumación de la independencia en Querétaro. “El abrazo de San Juan del Río”, 1820-1821.

 

Title Printed: 

Plata y opio