El Bolero

Embajador mexicano
Pablo Dueñas

La música como fenómeno universal es patrimonio de todos los pueblos del mundo, la confluencia de géneros y sonidos que llegaron a Cuba de otros continentes hicieron posible el nacimiento del bolero a finales del siglo XIX. Desde su arribo a México en 1898, encontró su patria adoptiva y el aporte de la lírica mexicana le dio un sello distintivo propio. Después de un largo proceso en el que están presentes un sinnúmero de compositores y el impulso recibido a través de las ondas hertzianas, el bolero mexicano se convirtió en el género romántico musical más importante y longevo en América y en otras partes del mundo. 

 

En México tuvieron que pasar varias décadas para que madurara el bolero. Entre 1898 y 1925, ganó terreno el estilo yucateco, similar al cubano en cuanto a la música, aunque no en las letras, dada la tendencia metafísica y subjetiva de los cantilenistas peninsulares, que preferían abordar temas como: las almas, la muerte y las flores.

 

La presencia de Agustín Lara

Finalmente, con la participación y los boleros de importantes compositores como Alfonso Esparza Oteo (Te he de querer), Guty Cárdenas (Quisiera), Domingo Casanova (Ella) y Emilio Pacheco (Presentimiento), el bolero de autores mexicanos llegó a la Ciudad de México para caer en manos de Agustín Lara, el Pigmalión que lo revistió con un toque y un lenguaje prostibulario exquisitamente sensual, un tanto lleno de vírgulas literarias y licencias poéticas desenfadadas y llenas de chocantería.

 

Los medios masivos de comunicación

Cuando se lanzaron las primeras señales hertzianas durante 1919, nadie imaginó que este novedoso invento se convertiría en uno de los más importantes elementos de comunicación masiva. Entonces, para gloria de la radiodifusión mexicana en 1923, se inauguraron en la Ciudad de México las emisoras CYL, CYB (esta estación continúa transmitiendo hasta nuestros días, con las siglas XEB) y otras que fueron llenando el dial radiofónico con diversas propuestas culturales y musicales que, al paso del tiempo, significaron el medio de entretenimiento de mayor demanda no sólo en México, sino en todo el mundo. Ya la radio comenzaba a ser la gran comunicadora y el más importante difusor masivo del bolero en programas en vivo y utilizando el disco fonográfico.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “El Bolero” del autor Pablo Dueñas se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, núm. 16.