A finales de 1913 el Primer Jefe de la revolución constitucionalista, Venustiano Carranza, se hallaba en Navojoa y ordenó que el general Cándido Aguilar –destacado en Tamaulipas– “sin excusa ni pretexto” se presentara ante él “poniéndose en camino inmediatamente”. Le había formado un consejo de guerra por traición a la patria; es decir, sería fusilado. Todo comenzó porque, el 8 de diciembre, el almirante Fletcher amenazó a Aguilar con desembarcar tropas estadounidenses en Tamiahua (en el norte de Veracruz) si el ejército revolucionario no abandonaba la zona petrolera en veinticuatro horas. Juan Barragán Rodríguez (1890-1974), quien llegó a ser jefe del Estado Mayor de Venustiano Carranza, narra así los sucesos:
En los primeros días de diciembre de 1913, el general [Cándido] Aguilar emprendió un ataque al puerto de Tuxpan, Veracruz, con el ostensible propósito de concentrar allí todas sus fuerzas y apoderarse, como lo hizo, de la plaza de Tamiahua, dominando así la región petrolera. No bien se posesionó de esta rica zona, recibió del almirante [Frank Friday] Fletcher, comandante de una escuadra de guerra de los Estados Unidos –que se encontraba en aguas de Tuxpan– la siguiente amenazante y conminatoria advertencia:
A bordo del acorazado insignia Nebraska, en la mar, diciembre 8 de 1913.
Al Jefe de las fuerzas rebeldes. Tanhuijo, Veracruz.
Tiene conocimiento mi gobierno, que las vidas y los intereses de los ciudadanos americanos y de otras nacionalidades, no tienen garantías y peligran sus vidas en la zona en que usted se encuentra.
Tengo instrucciones de mi gobierno de advertirle a usted que, si en un plazo de veinticuatro horas no abandona la región petrolera, desembarcaré tropas para proteger las vidas y los intereses de los ciudadanos americanos.
Sinceramente, H. J. Fletcher. Almirante de la Marina de los Estados Unidos.
El general Aguilar se apresuró a contestarle en estos términos:
Cuartel general en Tanhuijo, Veracruz, diciembre 8 de 1913.
Señor Almirante H. J. Fletcher. A bordo del acorazado Nebraska.
Es en mi poder su insolente nota fechada hoy y en debida contestación le manifiesto, que las fuerzas de mi mando han otorgado las más amplias garantías a los ciudadanos americanos y de otras nacionalidades, tanto en sus vidas como en sus intereses.
Manifiesto a usted, que en caso de cumplirse su amenaza ordenando el desembarque de sus tropas en territorio mexicano, me veré obligado a atacarlas e incendiaré todos los campos petroleros que están en mi poder y mandaré pasar por las armas a los americanos que aquí se encuentren. Atentamente. El general en jefe de la División de Oriente. Cándido Aguilar.
El general Aguilar tomaba sus dispositivos para batir a las tropas americanas y para llevar a cabo el incendio de los pozos petroleros cuando, al día siguiente, a las doce de la mañana, se presentó ante su campamento un emisario con bandera blanca, entregándole la nota que sigue:
A bordo del acorazado insignia Nebraska. Diciembre 9 de 1913.
Señor general Cándido Aguilar. Jefe de las tropas revolucionarias. Zona de Tuxpan, Veracruz.
Recibí su atenta nota en que me hace saber que las vidas y las propiedades de los ciudadanos americanos en la zona que usted domina tienen amplias garantías de parte de las fuerzas de su mando. Agradezco a usted su informe y le suplico decirme día y lugar en que puede usted recibir al capitán J. M. Spencer del acorazado Nebraska, que presidirá una comisión y le hará una visita de cortesía en mi nombre.
Sinceramente, H. J. Fletcher. Almirante de la Marina de los Estados Unidos.
El general Aguilar, a su vez, le respondió en términos corteses, manifestándole que tendría positivo placer en recibir la visita de la comisión presidida por el capitán Spencer, señalándole para recibirlo en Tamiahua, el día 14 de diciembre.
El día fijado se presentó el capitán Spencer en compañía de cuatro oficiales de la Marina de guerra de los Estados Unidos, siendo recibidos por el general Aguilar con especiales muestras de exquisita cortesía, culminando en una conferencia en extremo cordial y amistosa.
Ahora bien, cuando el general Aguilar consideraba total y satisfactoriamente liquidado este incidente, cerca del Primer Jefe las cosas tomaban para él un cariz grave y peligroso.
En efecto, las poderosas compañías petroleras americanas que operaban en el norte de Veracruz y que luego de adueñarse de ricas y extensas zonas petroleras, pagando por éstas precios irrisorios o mediante procedimientos reprobables de atropello, de venalidad y de despojo, llegaron a considerar esa faja del territorio nacional como un protectorado americano. Al estallar la Revolución Constitucionalista consideraron amenazada su “soberanía” y demandaron con urgencia del gobierno americano la protección de su escuadra, despachando en su obsequio el mencionado escuadrón naval que fondeó en Tuxpan enarbolando la insignia de mando en el acorazado Nebraska del almirante J. Fletcher.
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