En 1886 la “furia tuxtepecana” del presidente Porfirio Díaz cayó sobre varios periodistas críticos a su gobierno. El general oaxaqueño se había reelegido para un segundo mandato en 1884 y ahora trataba de acallar los voces opositoras a sus políticas mediante la persecución judicial e incluso la cárcel. Daniel Cabrera, fundador y caricaturista principal del semanario El Hijo del Ahuizote, da muestra de ello aquí, pues tanto el Ahuizote como un hombre que alude, mediante una alegoría, a El Tiempo, diario católico de Victoriano Agüeros, son perseguidos, de manera arbitraria, por una pantera que representa a la justicia federal, en un circo romano donde el Nerón porfiriano es el mandamás, mientras la prensa gobiernista aplaude. En efecto, tanto Cabrera como Agüeros estaban encerrados en la cárcel de Belén en ese momento, lo que generaría una insólita alianza entre liberales radicales y católicos en defensa de la libertad de imprenta.

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