El escabroso nacimiento del estado de Jalisco

Y la labor de Luis Quintanar como precursor del sistema federal

Verónica Cervantes

El 16 de junio de 1823 Luis Quintanar y otros notables locales establecieron el libre y soberano estado de Jalisco. Días después, en la catedral de Guadalajara se cantó un tedeum para solemnizar la fundación. Quintanar fue acusado por sus detractores de separatista, aunque sus acciones promovieron la autonomía de Jalisco por medio del federalismo y no de una república independiente.

 

De acuerdo con el historiador Jaime Olveda, cuando Agustín de Iturbide abdicó al trono del primer imperio de México, algunas provincias dejaron de ver a la Ciudad de México como centro político y creyeron que volvían a su estado natural, es decir, que adquirían la libertad de constituirse como mejor les conviniera. Sin cabeza política, la clase dominante se dio a la tarea de buscar otra forma de gobierno que se adecuara a la realidad mexicana y que diera unidad a las desmembradas provincias. La mayoría de los actores políticos se inclinó por el sistema republicano, pero se tuvo que definir si se adoptaría una república central o una federal.

Antes de precisar cuál sería el nuevo régimen, debieron acordar si permanecía activo el restablecido Congreso (el disuelto por Iturbide) o si se convocaba a uno nuevo. Algunas provincias, como la de Guadalajara, se inclinaron por la convocatoria de un nuevo Congreso, pero el triunvirato compuesto por Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria y Pedro Celestino Negrete resolvió que no era necesario convocar a elecciones.

Las autoridades de Guadalajara, indignadas por el “impolítico e ilegal” dictamen, respondieron que reconocerían al restablecido Congreso, pero con carácter de convocante, debido a la facción centralista que, según ellos, permanecía en este; en adelante, se negaron a cumplir las órdenes del gobierno general y, con el argumento de que se desatendía la voluntad provincial, adjudicaron la máxima autoridad a la diputación local de Guadalajara.

Alterados los ánimos, el 12 de mayo de 1823 Luis Quintanar, capitán general y jefe superior político de Guadalajara, convocó a formar una federación. Quintanar sostuvo que Guadalajara tenía derecho a constituirse como Guatemala porque era una ciudad digna “por mil títulos”, y la república central no podía ofrecerle la suerte que se merecía. En el pronunciamiento se comprometió a sostener a toda costa el federalismo “hasta efectuar el sacrificio de su existencia”. Al día siguiente anunció la separación de Guadalajara del Supremo Congreso.

Quintanar pidió a los miembros de los ayuntamientos de la provincia de Guadalajara que explicaran a los habitantes las desventajas del centralismo y “la conveniencia y utilidad” del sistema federal. No conforme, el día 13 de mayo les solicitó que enviaran su voto a favor de este sistema. Según José María Murià, los votos de los ayuntamientos dieron como resultado dos extensos cuadernos que se distribuyeron en varias partes del país.

Para ganar más aliados, Quintanar envió copia de los dos cuadernos a Guatemala. El Archivo Municipal de Guadalajara resguarda la respuesta del secretario de Relaciones guatemalteco. A saber, este último contestó que veían con satisfacción la causa de Guadalajara y que apoyarían el pronunciamiento federal. El gobierno de Guatemala reenvió a las autoridades de Guadalajara seis ejemplares de las Bases de Constitución Federal para formar la Constitución de las Provincias Unidas centroamericanas; además, ofreció asilo a cualquier mexicano siempre y cuando respetaran su ley.

¿Intento separatista?

El radicalismo de las autoridades de Guadalajara fue visto por el gobierno general como un intento separatista. El Supremo Poder Ejecutivo mexicano creyó que esa y otras provincias pronunciadas pretendían separarse del país para formar pequeñas naciones, lo que dejaría a México débil ante una invasión extranjera. Sin embargo, no pretendían independizarse del país. Olveda menciona que, aunque en esta región se defendió la autonomía política, compartían un sentimiento de pertenencia a la nación.

Sin alternativa, el 21 de mayo el Congreso general atendió las demandas provinciales y decretó la formación de una comisión encargada de preparar la ley electoral para la convocatoria del nuevo Congreso. Asimismo, con el pretexto de restablecer la tranquilidad pública alterada por los pronunciamientos federalistas, el día 24 de ese mes el Congreso general y el poder Ejecutivo ordenaron separar a Quintanar de su cargo y sustituirlo por Joaquín Herrera.

Luis Quintanar y la diputación de Guadalajara respondieron que los únicos facultados para proponer un cambio político en su jurisdicción eran las autoridades locales y se negaron a reconocer el cargo de Herrera, pero, satisfechos por la aprobación de las anheladas elecciones, la diputación provincial de Guadalajara redactó ese mismo día nueve artículos en los que reconoció a la Ciudad de México como centro político y al Congreso general con carácter de convocante.

Aunque las autoridades de Guadalajara se comprometieron a cumplir las disposiciones del Supremo Poder Ejecutivo, su imagen ya estaba dañada y en la Ciudad de México se rumoraba que “la insolencia de los tapatíos” les acarrearía muchos males.

Nace el estado de Xalisco

Ante las evidentes hostilidades y las largas que continuó dando el Congreso para la convocatoria de uno nuevo, Quintanar y la diputación provincial de Guadalajara adoptaron en esta ciudad el sistema federal. El 16 de junio de 1823 las autoridades locales convirtieron a la provincia en el estado libre y soberano de Jalisco. Según las autoridades de Guadalajara: “la voluntad de todos los pueblos de la provincia por el sistema de gobierno representativo federado está manifestada del modo más claro y decisivo [y] declara que es llegado el caso de hacerse el pronunciamiento tan deseado de erigirse esta provincia en Estado Soberano Federado con los demás de la grande nación mexicana, con el nombre de Estado libre de Xalisco”.

El mismo 16 de junio Quintanar obtuvo el cargo de primer gobernador provisional de Jalisco. El 21 de ese mes mandó publicar el Plan de Gobierno Provisional del Nuevo Estado de Jalisco, en el que estableció la división de poderes. El Legislativo recayó en la diputación hasta que se instalara el primer Congreso estatal, el Ejecutivo en el gobernador y el Judicial en el Supremo Tribunal de Justicia.

Una vez publicado el Plan, se solemnizó la fundación del nuevo estado. El 22 de junio, a las nueve de la mañana, se cantó en la catedral de Guadalajara un tedeum y después la comitiva pasó al salón del palacio para leer el Plan. En tanto, para la diputación provincial de México, las autoridades de Jalisco habían llegado a los excesos, de tal suerte que a Quintanar se le hizo otro enérgico llamado por su insubordinación.

La clase política de la Ciudad de México vio con temor el pronunciamiento federalista de Guadalajara; Carlos María de Bustamante anotó: “¡desgraciada nación mexicana si los de Jalisco logran parte de sus designios!, su orgullo producirá los más tristes efectos de anarquía, así ha sucedido”. Bustamante no dudó en declarar que las autoridades de Guadalajara eran “frenéticos, que si por él fuera llevaría a las jaulas de San Hipólito de México, donde a expensas de baños a golpe, leche y bofe, tal vez podría volvérseles el juicio a su lugar”.

 

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