El Paseo de Bucareli fue creado por órdenes del virrey don Antonio María de Bucareli en 1778, “para que salieran a respirar aire libre los vecinos de la capital” de Nueva España. Inicialmente se le llamó Paseo Nuevo y estaba formado por un carril central amplio diseñado para el tránsito de vehículos y caballos, y dos más –uno a cada costado– para los peatones. Cada uno de estos últimos tenían dos hileras de árboles para proporcionar sombra a los paseantes. Comenzaba en la glorieta del Ejido de la Acordada y terminaba en los arcos de Belén (actualmente avenida Chapultepec). Contaba con tres grandes glorietas con una fuente, de las cuales la más grande y hermosa era la que se ubicaba en donde ahora se encuentra el Reloj Chino. Desde su creación hasta la segunda mitad del siglo XIX, fue uno de los espacios públicos más concurridos de Ciudad de México.
Paseo de la Reforma
Tras el triunfo de la república en 1867, el que era llamado Paseo de la Emperatriz cambió su nombre por el de Paseo de la Reforma. Sería hasta el Porfiriato cuando esta vía adquiriría la belleza que lo distingue, sustituyendo en importancia al de Bucareli. En la imagen se ve el trazo de la nueva avenida antes de la creación de las banquetas y glorietas que después lo adornarían.
Acueducto de Chapultepec
En la parte izquierda de la litografía se alcanzan a distinguir los arcos del acueducto de Chapultepec, donde iniciaba el Paseo de Bucareli. Este acueducto era, junto con el de Santa Fe, el principal abastecedor de agua potable de Ciudad de México desde tiempos prehispánicos. Transportaba el líquido de los manantiales de Chapultepec a través de un acueducto de 906 arcos de piedra, construidos en el siglo XVIII, a lo largo de las actuales avenidas Chapultepec, de Belén e Izazaga, recorriendo una distancia de poco más de cuatro kilómetros. Actualmente se conservan veinte arcos sobre avenida Chapultepec.
Plaza de Toros del Paseo Nuevo
Fue inaugurada en 1851 y funcionó como escenario taurino hasta 1867, cuando este espectáculo fue prohibido temporalmente en Ciudad de México. En la versión original de esta imagen hay una descripción del escritor José T. de Cuellar: “La plaza es toda de madera, de figura circular; la área tiene un diámetro de 70 varas [alrededor de 56 metros]; [...] se levantan siete órdenes de gradas y dos de palcos de 136 cada uno, sostenidos por 272 columnitas esbeltas y elegantes. [...] la altura total de la plaza, es de 12 varas [cerca de 10 metros], y pueden ocuparla cómodamente diez mil personas”. Podríamos ubicarla en donde hoy está el edificio de la Lotería Nacional.
El Caballito
En 1803 la estatua ecuestre de Carlos IV, obra de Manuel Tolsá, fue develada en la Plaza Mayor de Ciudad de México. En septiembre de 1821 fue cubierta, y en 1824 el ayuntamiento la trasladó al patio de la Universidad. En 1852 fue colocada en la entrada del Paseo de Bucareli, donde permaneció hasta 1979, cuando cabalgó hasta la calle de Tacuba.
Actualmente, en ese crucero se ubican los emblemáticos edificios de la Lotería Nacional y del periódico Excélsior, y a un costado de la glorieta se alza la monumental obra de Sebastian conocida también como el Caballito.
Esta publicación es sólo un fragmento del artículo "Postal: El Paseo de Bucareli" que se publicó en Relatos e Historias en México, número 123. Cómprala aquí.