Dice la tradicional frase que en el mar la vida es más sabrosa… El famoso cineasta Orson Welles se sintió atraído por el clima tropical y el ambiente aún pueblerino de Acapulco, así que vino con su bella esposa Rita Hayworth para filmar una película de pasión y crimen, la única en la que actuarían juntos. Sin duda, era otro México el de aquellos años. Esta es la historia de su visita.
“¿Acapulco!... ¡Ah, Acapulco!”, exclamó Rita ese jueves 15 de octubre mientras observaba, desde la ventanilla del Douglas Commercial 3 de Mexicana de Aviación, las doradas arenas y la playa a vuelo de pájaro. La nave aterrizó en las nuevas instalaciones del aeropuerto, por Pie de la Cuesta. De ahí el grupo se trasladó en distintos taxis hacia la zona centro; sin embargo, como la carretera aún no estaba del todo terminada, hubo necesidad de que fueran remolcados por bestias. Era otro Acapulco, justo el que Welles necesitaba para crear esa atmósfera inestable y exótica; ese aire de misterio, desconcierto y sopor que quería otorgarle a su película.
La dama de Shanghái relata la historia de un tal Michael O’Hara (Welles), joven y solitario marino irlandés seducido por la hermosa Elsa Bannister (Hayworth) con el fin de sumarlo a la tripulación del yate de su marido, Arthur Bannister (Everett Sloane), un abogado brillante pero cojo y repulsivo, al igual que su siniestro socio, George Grisby (Glenn Anders), quien por cinco mil dólares convence a O’Hara de escenificar su propia desaparición, a la que se le daría apariencia de asesinato. Sin embargo, O’Hara descubre que Grisby es asesinado de verdad y él se convierte en el principal sospechoso.
Aunque el rodaje arrancó en los estudios de la Columbia el 2 de octubre de 1946, muchas de las escenas neurálgicas se filmaron en nuestro país. Fue justo en el Acapulco que empezaba a evolucionar, con la inminente llegada de Miguel Alemán a la presidencia, al que arribarían Rita y Orson (…) Todo ello en un municipio que aún mostraba su aire de provincia ingenua, tranquilo y también sojuzgado.
Filmando en lugares como la bahía de Santa Lucía, Caleta y Caletilla, los barrios de Petaquillas y de la Candelaria, la zona de la Quebrada junto al hotel El Mirador, así como otras escenas en los hoteles Casablanca y Del Monte, y en una almena-terraza del hotel Flamingos, bajo la Casa Redonda, que perteneció a Johnny Weissmuller. Después regresarían a San Francisco para finalizar el rodaje, en marzo de 1947.
Esta publicación es un fragmento del artículo “Orson y Rita en Acapulco” del autor Rafael Aviña y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 62.
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