Un país conectado

Las vías de comunicación en el Atlas de García Cubas, 1885
Luis Arturo Salmerón

La lámina IV del Atlas pintoresco e histórico (1885) de Antonio García Cubas da cuenta de un notable progreso. Lleva por nombre “Carta de vías de comunicación y movimiento marítimo” y constituye una de las mejores fuentes de información sobre el avance de las vías de comunicación, principalmente de la construcción de los ferrocarriles; sobre todo si se complementa esta extraordinaria información gráfica con la lectura de los datos del Cuadro geográfico, estadístico e histórico de los Estados Unidos Mexicanos, el libro que acompaña al atlas, expuestos con la meticulosidad que caracterizaba a don Antonio. Entre ambos textos contamos con un catálogo preciso de:

1. Las vías férreas construídas y proyectadas hasta esa fecha, tanto de vía ancha como de angosta, las compañías encargadas de su construcción y operación, así como distancias y tiempo de los recorridos; 2. Las líneas telegráficas tendidas y proyectadas a lo largo del país, especificando las que fueron construídas y eran operadas por el gobierno federal, las de los gobiernos estatales, las de las compañías ferrocarrileras, además de los telégrafos operados por empresas particulares; 3. El servicio de correos que tenía su administración central en la ciudad de México y 53 oficinas repartidas a lo largo del territorio, además de 267 estafetas y 516 agencias; 4.  El estado y las distancias de los caminos construídos a lo largo y ancho del país; 5. Las aduanas fronterizas, puertos de altura y cabotaje, las líneas de vapores que comunicaban a México, entre sus puertos y con los puertos extranjeros, así como las rutas marítimas y las compañías navieras encargadas de cubrirlas; 6. Un resumen de las exportaciones e importaciones expuestas por la Secretaría de Hacienda, tomando como referencia el año de ejercicio que va de 1883 a 1884.

La lámina IV mantiene la misma composición que las que le preceden en el atlas, con un mapa de la República Mexicana en el centro, en este caso, con una línea punteada para marcar las fronteras estatales, una línea cruzada continua para las vías férreas construídas y una igual pero punteada para las proyectadas, dos líneas rojas para los telégrafos: una continua para las construídas y punteada para las proyectadas, los puertos y aduanas señalados y, finalmente, las rutas marítimas marcadas.

Rodean al cuadro central quince magníficas cromolitografías con base en acuarelas, obras de los pintores Miguel R. Hernández y Vicente Calderón, realizadas ex professo para el libro, con los puertos y paisajes de las rutas férreas, principalmente del Ferrocarril Mexicano de la Ciudad México a Veracruz, considerado por García Cubas como “el primero de la República por su magnífica construcción y soberbias y seguras obras de arte, pudiendo presentarse, por tales circunstancias como un modelo entre las obras de su género, recomendándose además, por los pintorescos paisajes que durante el trayecto se suceden”.

Gracias a la lectura paralela de las obras de García Cubas podemos saber que para 1888 había en México 5 958 kilómetros y 53 metros de vías férreas construídas, 31 088 kilómetros y 350 metros de cable telegráfico tendido (según información de 1884), veinte puertos para el comercio exterior; entre muchos otros datos que dejan claro la intención y el mensaje de la “Carta de vías de comunicación y movimiento marítimo”: México estaba preparado para recibir a los grandes capitales de las potencias económicas extranjeras.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Un país conectado” de la autora Luis Arturo Salmerón y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 53.

 

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