En la primera mitad del siglo XX se transformó la cotidianidad del mexicano. Tanto el gobierno como la iniciativa privada fomentaron la adopción de diversas actividades deportivas como pasatiempo principal. La juventud era pujante, mientras que el país se encontraba hambriento de figuras que sirvieran de ejemplo, y también como negocio.
El futbol no era la maquinaria millonaria de la actualidad; el beisbol, el box, las luchas y los toros llenaban espacios limitados, y en cierto sentido mantenían una afición muy local o regional. Ante ello, se desarrollaron iniciativas para despertar el interés de grandes sectores de la población en otros eventos, aunque la mayoría no tuvo el éxito esperado.
En 1948 el coronel y empresario editorial José García Valseca impulsó, a través de su diario Esto, la Vuelta Ciclista a México, tomando como modelos el famoso Tour de Francia o el Giro de Italia, los cuales, en una Europa de posguerra, comenzaron a sacar a las personas de sus hogares a las orillas de los caminos y las calles para apoyar en cantidades inusitadas a los jóvenes que ya no peleaban entre sí, sino que recorrían durante días sus países otrora sumidos en el caos.
Los ciclistas mexicanos asumieron el reto. Esta primera edición, rebautizada a lo largo de diversas décadas con muchos otros nombres, tuvo como campeón a Eduardo Aguilar y consolidó a varios deportistas de esa disciplina, quienes apreciaron su máximo posicionamiento en la conversación pública nacional, al grado de que los niños aprendieron de memoria el nombre y el apodo de varios de ellos.
Podríamos decir que el ciclismo mexicano vivió su época de oro entre 1948 y 1961 gracias a la Vuelta. Se desarrollaron figuras que nos representarían en Juegos Olímpicos, como el carismático Ricardo Pollero García o el insólito Ángel el Zapopan Romero, quien ganó la Vuelta México en cuatro años consecutivos y continúa siendo una referencia para el deporte nacional.
Lamentablemente, las desavenencias entre el gobierno y la iniciativa privada impidieron que esa magnífica competencia se popularizara como las europeas. Se llegaron a desarrollar dos eventos al año, hubo cambio de nombres a conveniencia de diferentes bolsillos, e incluso interrupciones. En 2015 se impulsó el último intento para reinventar el evento, pero a partir de esa fecha no se volvió a hablar de la que llegó a ser la mejor rodada de México.
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