Historia de la educación jesuita en Saltillo

El casi olvidado Colegio de San Juan (1878-1914)

José Roberto Mendirichaga

Estos religiosos brindaban en lo docente lo equivalente a la actual secundaria y preparatoria: un plan de cinco años, que era el programa clásico con énfasis en las humanidades; el programa científico, pudiendo estar precedido de un programa preparatorio de un año, y un programa de clases accesorias. Su profesorado era de excelencia.

 

¿Por qué los obispos linarenses impulsaban tanto el colegio? Porque para entonces, bautistas, presbiterianos y metodistas iban cobrando impulso en el campo educativo con instituciones similares en Saltillo, tales como el Instituto Madero, el Colegio Inglés-Roberts y otros. Hay que entender lo anterior en el marco de la lucha ideológico- política del momento, lo que explica ampliamente Jean-Pierre Bastian.

En cuanto a las instalaciones materiales de los jesuitas, aquel modesto edificio de sillar, que ya existía como Colegio Diocesano, fue mejorándose y adquirió además la llamada Casa Colorada, edificación de ladrillo que aún se mantiene en pie y pertenece a la Diócesis de Saltillo, esta junto al actual Templo de San Juan Nepomuceno y frente al Museo de las Aves de México o nuevo edificio del Colegio de San Juan, de principios del siglo XX.

En el Colegio había alumnos internos, semiinternos y externos. Sus cuotas eran similares a las de los colegios evangélicos y mantenían igualmente becas para alumnos de menores recursos económicos. Los alumnos internos provenían, en su mayoría, de otras poblaciones de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. A lo largo de sus 36 años de vida, cerca de dos mil estudiantes pasaron por sus aulas. Se formaban en la piedad, la disciplina, el estudio y el deporte, bajo la llamada Ratio studiorum.

Primera etapa del Colegio (1878-1890)

De esa primera etapa del nuevo Colegio ya regenteado por los jesuitas (1878-1890), sus primeros rectores fueron los sacerdotes Ignacio Velasco, Tomás Mas y Armando Brissack, más los profesores Francisco Barragán, Alberto Cuscó, Vicente Manci, Lorenzo Alzola, Miguel Islas, Pedro Arróyave, Joaquín Castro, Luis Morandi, Miguel González y Esteban Antícoli, entre otros. Algunos escolares, regentes o maestrillos de este periodo fueron Luis Benítez, Bernardo Bergoënd, Gonzalo Carrasco y Mariano Cuevas. Y como hermanos coadjutores, a cargo de las labores de escuela, disciplina, cocina, albañilería y huerta estuvieron: Manuel Martínez, Anselmo Arbelleri, José Altes, Valentín Palacios, Martín Hammer, José H. Lázaro y José Zavala. La mayor parte de los profesores y hermanos coadjutores eran colombianos, italianos, belgas, españoles, franceses y holandeses.

Sucesor de monseñor Verea en la mitra linarense fue el obispo Ignacio Montes de Oca, quien dio su apoyo a los jesuitas mexicanos de Saltillo, incluso cuando fue transferido a la diócesis de San Luis Potosí, pidiendo al superior de la Provincia Mexicana fueran estos profesores de su seminario, si bien luego de algunos años esta relación fue interrumpida por el sabio pero también controvertido obispo.

Algunos saltillenses de esta primera etapa del Colegio habrían de ser: Camilo Figueroa (médico), José García de Letona (catedrático), Francisco Recio Galván (sacerdote), Dámaso y Herminio Rodríguez Fuentes (comerciantes), Alfredo Villarreal Villarreal (médico y político), Carlos Pereyra Gómez (historiador) y José Sota Muguerza (comerciante).

 

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La educación jesuita en Saltillo