Carlos Chávez, conciertos inolvidables

Jaime Bali Wuest

Corría el mes de julio de 1946 y el público de la capital mexicana esperaba con ansia el viernes 17 para que dieran comienzo una serie de conciertos de la Orquesta Sinfónica de México bajo la batuta del maestro Carlos Chávez, artista de reconocida trayectoria, hacedor de proyectos musicales y formador de muchas generaciones de músicos. Sin duda, Carlos Antonio de Padua Chávez y Ramírez, nacido el 13 de junio de 1899 en Popotla, en los alrededores de la Ciudad de México, ha sido uno de los músicos más destacados, con él se inicia la era del nacionalismo musical en México. Seguramente en estas páginas y con la ayuda de un especialista tendremos un ensayo en el que se profundice acerca de la vida y obra de este brillante músico mexicano.

Por fin llegó el día 17 para iniciar la serie de conciertos en el Palacio de Bellas Artes que, como nos narra en una nota aparecida en El Universal[1] el día 25 de julio de 1946 Carlos González Peña –reconocido escritor y periodista–, tuvieron una enorme respuesta del público al grado que prácticamente las localidades para los conciertos se agotaron con días de anticipación. Pero dejemos que sea él quien nos cuente lo que ocurrió:

[…] Durante las audiciones efectuadas, nuestras impresiones han sido gratas y varias, no será fácil resumirlas.

En el primer programa hicieron acto de presencia Beethoven, Wagner, Stravinsky: ¡Hermosa idea de iniciar como inicial capitular de este libro de emoción la inmortal página del preludio y muerte de amor de Tristán e Isolda! El arranque era, así, de pasión. Se robusteció, se equilibró en seguida con la Quinta sinfonía. Cobró alientos y se perdió en la selva de la fantasía con El pájaro de fuego. Todo ello sin contar que, en ese concierto, púsose de relieve el arte consumado de una gran pianista nuestra: Angélica Morales.

A poco en el segundo concierto surgió el primer estreno. Por primera vez se tocaba en México música de Mahler: la Sinfonía núm. 1, en Re mayor. De gran reciedumbre se nos antojó el siguiente. Una obra para llenarlo todo. ¡Y qué obra: la Misa Solemne, también en Re mayor de Beethoven! Creíamos sentir, al escucharla, majestad de viento en las cumbres. El Genio en toda su magnitud, presente. ¡Y que ejecución magnífica con el Coro del Conservatorio! Dirigía Luis Sandi.

Con magnífica elocuencia sigue narrando González Peña los siguientes conciertos y ya casi al final del texto se apresta a reflexionar:

[…] ¡Qué camino el recorrido, y cuán gustoso el que falta por recorrer en la temporada! Cómo se afirma en maestría la Sinfónica, al extremo de estar considerada, hoy por hoy, como una de las grandes orquestas del mundo! ¡Cómo el espectáculo musical, la difusión musical, se realizan y crecen día con día!

Carlos González Peña, para cerrar su bella crónica remata con lo siguiente, en alusión al trabajo y la trayectoria de Carlos Chávez.

[…] Menester ha sido sortear las emboscadas de la incomprensión y de la codicia. ¡Pero ha alcanzado ya, en verdad, muchas y lejanas orillas! Ha forjado, definitivamente, para la música, un público. Y tal es el coronamiento del glorioso esfuerzo de 19 años.

 

“Carlos Chávez, conciertos inolvidables” del autor Jaime Bali Wuest y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 29.

 

[1] Fragmentos del texto “Recreo del espíritu” recopilado en la obra: 70 años de Música en el Palacio de Bellas Artes, INBA, 2004.