“Ahí te van las hojas”

Ramiro Cardona Boldó

Los que estaban en la reunión del gabinete recuerdan gritos en la antesala, golpes, más gritos y a dos hombres, como torbellinos, interrumpiendo una sesión que presidía el presidente Madero.

Los dos hombres eran grandes, fuertes, de una presencia descomunal. Pero uno reclamaba apegarse a los ideales revolucionarios y el otro al poder.

Pascual Orozco deseaba ser Ministro de Guerra y gritaba, daba manotazos y prendía la mirada en la furia que lo sofocaba. El Ministro de Guerra, Venustiano Carranza, sólo lo miraba, profundamente desde entonces se sospechó de su falta de lealtad hacia la causa maderista. Al final, después de minutos llenos de tensión, Pascual Orozco aceptó el nombramiento de comandante de los Rurales, en Chihuahua, y partió hacia la capital del estado.

En el tren, recordaba sus luchas particulares: el peregrinar constante, el riesgo siempre inminente, cuando se dedicaba a transportar los metales de las minas, la compra de su propia mina de oro y sus incursiones a Estados Unidos para comprar armamento. Su instinto le decía que pronto necesitaría armas. Fue por aquella época que también se interesó por las ideas de los hermanos Flores Magón. Cuando llegó el mes de noviembre de 1910 y dio comienzo la lucha armada, Pascual Orozco fue nombrado jefe revolucionario del distrito de Guerrero, Chihuahua. Y recordaba, con el chuc, chuc, chuc del tren, sus andanzas por la sierra y aquella primera victoria en el Cañón de Malpaso el 2 de enero de 1911: le habían dicho que las tropas del general Juan N. Navarro iban a pasar por ese lugar y vio con claridad una emboscada. Los años de arriero le daban la ventaja de conocer el terreno, y en una batalla rápida sus tropas derrotaron a los federales. Reía Orozco al recordarlo; ordenó desnudar los cadáveres de los muertos preparó un envoltorio que acompañó con una nota escueta: Ahí te van las hojas, mándame más tamales". Le decía a Porfirio Díaz.

Esa y otras victorias le daban derecho, se decía a sí mismo, a ser Ministro de Guerra. Pero Madero pensaba diferente y así llegaba a Chihuahua con una derrota moral y política. Todavía tendría tiempo para más derrotas.

 

“Ahí te van las hojas” de Ramiro Cardona Boldó se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, núm. 8.