Con la llegada del virrey Mendoza a la Nueva España se abría una nueva etapa para la participación de la nobleza indígena en el gobierno español. Con su aguda visión política, Pedro Cuinierángari no desaprovechó la ocasión y en 1535 viajó a la Ciudad de México a presentarse ante el recién llegado, llevando consigo a sus sobrinos Antonio y Francisco, así como a otros hijos de señores michoacanos.
La educación humanista de un joven príncipe
Por poco más de un año, los jóvenes nobles vivieron en la corte virreinal. Allí, Antonio comenzó a interesarse en la literatura y la cultura hispánica y tuvo sus primeros acercamientos al latín. En ese entonces debió conocer a fray Pedro de Gante y, aunque era muy joven, por sus vínculos con el virrey y con los franciscanos de Michoacán pudo haber estado en la inauguración del Colegio de Santiago en Tlatelolco en enero de 1536. En sus aulas, jóvenes como Huitziméngari se preparaban para convertirse en los dirigentes de sus comunidades y recibían una instrucción en las artes liberales acorde con el humanismo cristiano en boga.
Ese mismo año ambos hermanos regresaron a su tierra natal, por lo que Huitziméngari no pudo participar de ese importante experimento franciscano. Sin embargo, sus inquietudes se vieron ampliamente cubiertas cuatro años después, cuando en 1540 fray Alonso de la Veracruz abrió una cátedra de artes y filosofía en el convento agustino de Tiripetío. Con el sabio agustino, el joven debió iniciarse en los fundamentos del aristotelismo escolástico y, al perfeccionar sus conocimientos de latín, comenzaría a leer a los autores clásicos.
Dos años atrás, en 1538, había llegado a Michoacán como obispo Vasco de Quiroga, quien –sin el permiso del virrey– fundó Pátzcuaro como su capital episcopal. En agosto de ese año demarcó los linderos de aquellos edificios que serían claves para su proyecto: la catedral, el hospital de indios y el Colegio de San Nicolás. Al darse cuenta de que con ello la antigua capital Tzintzuntzan quedaría desplazada como centro de gobierno, la nobleza michoacana solicitó a don Vasco que detuviera el proyecto; sin embargo, todo fue inútil, y de nuevo un sector de ella tuvo que ceder y establecerse en la nueva capital de Michoacán.
Cuando fray Alonso dejó Tiripetío, Huitziméngari se mudó a Pátzcuaro y en 1542 ingresó al Colegio de San Nicolás, donde se formaban los futuros clérigos y nobles indígenas que colaborarían en los proyectos de Quiroga. De acuerdo con varios testimonios, ahí llegó a adquirir cierto dominio del griego y del hebreo bajo el cuidado de Cristóbal de Cabrera, secretario del obispo y notario apostólico de la diócesis.
La participación de su tío Pedro Cuinierángari como gobernador fue decisiva en la construcción de la nueva ciudad de Pátzcuaro, pues, con la mano de obra que aportó, se destruyó lo que quedaba de los antiguos templos y palacios, con cuyas piedras se pusieron los monumentales cimientos de una catedral proyectada con cinco naves en forma radial, así como de otras obras. Mientras tanto, en su nueva residencia de Pátzcuaro, Huitziméngari y Tariácuri se rodearon de un grupo de parientes y amigos cercanos de su padre (el último irecha), con quienes consultaban los temas de actualidad y se preparaban para gobernar.
En 1540 llegó a Michoacán el virrey Antonio de Mendoza y solicitó a don Pedro guerreros y bastimentos para aplacar a los chichimecas que asolaban extensas regiones de Nueva Galicia (la rebelión del Mixtón). Desde el año anterior en que había visitado la región, el virrey se dio cuenta de que el proyecto de Quiroga iba más allá de un mero cambio de capital y que Michoacán estaba en peligro de convertirse en un territorio independiente del virreinato. Para evitarlo, proyectó la creación de una ciudad en el valle de Guayangareo que compitiera con Pátzcuaro como capital del territorio, pero primero debía conseguir el apoyo de la nobleza indígena, la cual estaba en desacuerdo con el ambicioso plan del obispo, cuya catedral consumía enormes recursos materiales y humanos.
La muerte del gobernador Cuinierángari en 1543 le dio a Mendoza la posibilidad de conseguir dichos apoyos, para lo cual nombró gobernador a Francisco Tariácuri, legítimo heredero del señorío purépecha. El nuevo funcionario se vestía a la usanza castellana e incluso se había desposado con una mujer española en 1542, con lo cual mostraba su absoluta asimilación al régimen virreinal. Tariácuri no sólo dio su apoyo a Mendoza en su proyecto de Guayangareo, sino que además continuó mandando guerreros y bastimentos para las campañas contra los chichimecas.
Sin embargo, el periodo de gobierno de Tariácuri duró sólo dos años, pues en 1545 murió en la gran epidemia que se abatió sobre Nueva España en ese año. Mendoza eligió entonces a su hermano Antonio para sucederlo y le concedió el privilegio que tenía la nobleza para portar armas, andar a caballo y vestirse a la española.
Gobernador de Michoacán
A pesar de que el valle de Guayangareo ofrecía condiciones óptimas para la labranza y el pastoreo, desde que en 1541 el virrey había echado a andar su proyecto de ciudad muy pocos vecinos quisieron irse a vivir al nuevo poblado, ni siquiera cuando los franciscanos abrieron ahí una pequeña iglesia con un conventillo en 1543. Quizá la falta de mano de obra indígena fue una razón que dificultó el impulso del asentamiento, pero también la oposición del obispo Quiroga, quien en 1547 partió a España para defender su fundación de Pátzcuaro y rechazar el proyecto de Mendoza de convertir a Guayangareo (la futura Valladolid, hoy Morelia) en la capital del reino.
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