En septiembre de 1492, Cristóbal Colón y su tripulación abrigaron la esperanza de haber avistado tierras americanas, lo cual se concretaría hasta el 11 de octubre siguiente con su llegada a San Salvador, en las actuales islas Bahamas.
Durante años, Cristóbal Colón fue relacionado con el término descubrimiento. Con el paso del tiempo y la llegada de los historiadores revisionistas, su figura comenzó a relacionarse con colonialismo o esclavitud, debido a los cautivos que había introducido a América y otras prácticas usadas por él y los colonizadores europeos para explorar y explotar los territorios recién conocidos. Lo cierto es que aquel hombre desafió lo desconocido en una época en que gobernaba la fe religiosa y otorgó otro sentido a sus cualidades de buen marino.
El almirante mayor de la Mar Océano partió de Granada –la gran conquista de los Reyes Católicos frente a los musulmanes– hacia el puerto de Palos un 12 de mayo de 1492. Allí armó las tres famosas embarcaciones para la travesía que iniciaría formalmente la mañana del 3 de agosto del mismo año. No transcurriría mucho tiempo para que La Pinta mostrara los primeros problemas de navegación, teniendo que ser reparada en las islas Canarias para luego entrar de lleno en el hoy llamado océano Atlántico el 6 de septiembre siguiente.
Bartolomé de las Casas, conocedor de muchos documentos de Colón que fueron destruidos al paso del tiempo, da fe sobre la relación del primer viaje colombino e indica que, al partir del último puerto conocido, acordó contar menos leguas de las que andaba “porque si el viaje fuese largo no se espantase y desmayase la gente”. A pesar de este esfuerzo, los días sin ver tierra firme pusieron nerviosos a los marineros y al propio Colón, que para el 17 de septiembre ya escribía: “espero en aquel alto Dios, en cuyas manos están todas las victorias, que muy presto nos dará tierra”.
Sin embargo, para el martes 25 de septiembre la situación era tan desesperada entre las tripulaciones que, al grito de “¡Tierra!” del marinero Martín Alonso, dieron gracias a Dios de rodillas y, con la esperanza puesta en el horizonte, navegaron hacia allá solo para descubrir que era un espejismo. La anhelada tierra no se visualizaría sino hasta el 11 de octubre: Guanahaní llamada por los nativos y San Salvador nombrada por Colón. Se ubicaba en el archipiélago de las Bahamas.
Al día siguiente “sacó el Almirante la bandera real y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una Y: encima de cada letra su corona, una de un cabo de la cruz y otra de otro […] El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo, escribano de toda el armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio cómo él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla por el Rey y por la Reina sus señores”.
La nota breve "Cuando Cristóbal Colón se tropezó con el "nuevo" viejo mundo" del autor Gerardo Díaz se publicó en Relatos e Historias en México, número 122. Cómprala aquí.