Warner Bros, un siglo revolucionando el cine

La Redacción

El material del que se forjan los sueños” contestó el detective Sam Spade (Humphrey Bogart) cuando el otro le preguntó qué era eso, refiriéndose a la estatuilla de un ave incrustada con piedras preciosas. Se acercaba el final de la película El halcón maltés (1941). Pero la frase es quizá la evocación de lo que en ese momento estaba pasando con la compañía cinematográfica fundada en 1923 los hermanos Sam, Harry, Albert y Jack, quienes habían elegido Burbank, California para consolidar finalmente el que en poco tiempo sería uno de los emporios cinematográficos más importantes del mundo que hasta hoy existe y cuya historia puede verse en la serie televisiva aquí presentada.

 

Después de diversas participaciones en la naciente industria del celuloide, prácticamente desde la propia invención del cine, los hermanos fueron sumando experiencia desde sus escritorios, siempre visionarios. Entre los diversos negocios que emprendieron, Harry, el mayor, inauguraró hacia 1903 la pequeña sala The Cascade para exhibir filmes en la región minera de Pensilvania y Ohio, y al año siguiente la distribuidora Warner Pittsburgh; en ambos casos contó con el apoyo de sus hermanos.

Pero una de las primeras revoluciones importantes llegó de la mano de Sam, siempre interesado en abrazar la tecnología. Así, fijó sus intenciones en la Western Electric Corporation, empresa que estaba desarrollando Vithaphone, una tecnología que uniría sonido y película en el cine, algo que hasta entonces era impensable, sobre todo porque cualquier intento era por lo general un fracaso. Con el cine mudo en franco declive y de decenas de experimentos fallidos durante la transición, el sonido finalmente llegaba al cine hacia mediados de los años veinte. No serían más los tiempos en los que el público lanzaba tomates a la pantalla porque el sonido no estaba sincronizado con la imagen y Sam Warner fue uno de los pioneros en ello.

El 6 de octubre de 1927 se estrenó el que sería su primer hito: El cantante de jazz, protagonizada por Al Jolson, el artista más popular en EUA en aquella época. Luego de su estreno, agotó las entradas del Warner’s Theatre de Nueva York por semanas, pero desafortunadamente Sam no pudo estar para ver el resultado de su trabajo porque falleció la noche anterior. Por otra parte, la participación de populares figuras se convertiría también en uno de los negocios más lucrativos, pero también de tensiones entre artistas y el complejo Warner, en buena parte debido a los contratos impuestos a actores y actrices.

Otro de los aspectos en los que los hermanos Warner fueron revolucionarios, y también los directivos que continuaron su trabajo cuando estos se retiraron y fallecieron, fue la apuesta por un cine que llevara los temas sociales a sus historias cinematográficas, incluso de forma distintiva. Desde el racismo y la guerra, hasta la violencia y el hampa, pasando por las crisis políticas o sociales. Por extensión, la polémica en torno a muchas de estas cintas no se hizo esperar.

En este sentido, Un espía nazi (1939) provocó tensiones entre los gobiernos americano y alemán, incluso al interior del Congreso estadounidense, donde varios legisladores se opusieron a su exhibición. Otro caso tan emblemático como exitoso fue Casablanca (1942), estrenada al año siguiente del ataque a Pearl Harbor, razón por la que metió de lleno a la sociedad norteamericana al ambiente de la Segunda Guerra Mundial, acontecimiento también aprovechado por Misión en Moscú (1943), primero aprovechada por EUA para promover su alianza con la URSS, pero al término de guerra sería motivo de persecución y veto para algunos de los implicados en su realización por considerárseles procomunistas.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, nuevos temas se debatieron en las sobremesas y algunos más escandalizaron a las buenas conciencias. El árbol del aprendizaje (1969) y Raíces (1977), rememoraban con sus historias el largo devenir de los esclavos en este país, hasta mutar a los problemas faciales en aquel tiempo presente. Otras icónicas en Mexico y el mundo serían también Naranja Mecánica, que polemizaba en torno a la violencia, al igual que Harry el Sucio, ambas de 1971.

Largo es el historial de icónicas cintas de esta casa productora –que también ha contado con la participación de decenas de mexicanos–, al igual que su contribución a la historia del séptimo arte en el mundo, desde los aspectos artísticos hasta los sociales y culturales.

 

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