El asesinato de Serapio Rendón

En agosto de 1913 el diputado fue víctima del huertismo
Ricardo Cruz García

Estamos en la noche del 22 de agosto de 1913. Estamos, por supuesto, en el gobierno dictatorial huertista. Estamos sobre Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México: es la mansión de doña Clara Scherer, una mujer de origen alemán cercana a algunos miembros de la élite del momento. Acudimos a una cena, la última del diputado Serapio Rendón. En la mesa también están José María Tornel Corral  –descendiente del general insurgente Tornel y Mendívil–, el abogado y político Jorge Vera Estañol, y un señor llamado José R. del Castillo.

La plática se centra en Rendón. Todos le advierten del peligro que corre por su oposición al gobierno del general Victoriano Huerta. Don Serapio replica al señor Castillo: “Si usted supiera desde cuándo me están diciendo que me van a matar, se reiría como yo, de lo que me dicen. Van más de diez avisos que me dan. Esos son manejos de los huertistas, que quieren asustarme para que yo me escape como un cobarde, y no lo conseguirán”.

Aun así, le manifiestan su preocupación e incluso le aconsejan huir de México, a lo que Rendón contesta: “¿Con qué dinero me voy? ¿Cómo dejo a mi familia sin recursos? Yo soy pobre, y bien pobre. Yo no he hecho negocitos, ni chanchullos, como tantos otros”.

No obstante, sus acompañantes insisten y le piden que se vaya del país, que ellos se encargarán de sufragar su viaje. Ante las súplicas, Rendón, quizá por cortesía, responde: “Les ofrezco a ustedes que me iré pasado mañana. Mañana arreglaré mis cosas, pasaré el día con mi familia, y pasado mañana estaré a sus órdenes”.

Pero ya no habría mañana. Son casi las once de la noche y don Serapio está a punto de marcharse. “Debo retirarme, ya es muy tarde”. Los demás convidados se quedan en la casa, relativamente tranquilos ante la promesa que les hizo. Antes de que parta, le insisten en que se quede a dormir en la casa de la señora Scherer, Vera Estañol se ofrece a llevarlo en su automóvil, Pepe Tornel pide acompañarlo... pero Rendón se niega: “De ninguna manera, vivo aquí muy cerca”. Se retira a pie y solo.

En las inmediaciones de su casa, posiblemente a la altura de la glorieta de Colón, en Paseo de la Reforma, ya lo espera un automóvil de la policía. Al acercarse, es capturado por unos oficiales que lo suben al vehículo y tiempo después lo llevan un cuartel en Tlalnepantla, Estado de México, donde el coronel Felipe Fortuño Miramón (al parecer descendiente de Miguel Miramón y Concepción Lombardo), jefe de un cuerpo de rurales, ordena su encierro. Lo confinan en un cuarto y más tarde, ya en la madrugada del 23 de agosto, mientras escribe una carta de despedida a su familia, es asesinado por la espalda.

 

Esta publicación es un resumen del artículo “El asesinato de Serapio Rendón", del autor Ricardo Cruz García, que se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 71. Para nuestros amigos que deseen leer la historia completa y adquirir un ejemplar, les dejamos esta liga: http://raices.com.mx/tienda/revistas-itzcoatl-y-tlacaelel-REH071