Rodolfo "Chango" Casanova

Campeón sin corona
Jaime Bali Wuest

Destino o infortunio, pero lo cierto es que Rodolfo Chango Casanova, vencedor de muchas batallas, no alcanzó nunca un título mundial.

 

La mayoría de las crónicas deportivas dedicadas a los grandes ídolos del boxeo tienen como columna vertebral la ruta de victorias y derrotas de los gladiadores; si acaso surge por ahí un registro que se sale de esa tónica, casi siempre es en referencia a los matices de su vida privada. Para los fines del periodismo deportivo esto es correcto, se trata de un retrato y no de una historia que se asome para mirar más de cerca al personaje. El Campeón sin Corona es una excepción, su biografía se hizo presente en esta película mexicana que logró grandes éxitos de taquilla. La historia que se teje alrededor del protagonista es sin duda la de muchos boxeadores que como él se iniciaron en el box como una casualidad del destino, para salir de la pobreza y encontrarse con las mieles del éxito y los recursos a manos llenas que les hicieron perder la cabeza. Esto era perfectamente explicable en el caso del Chango que se presentó para combatir diez veces en el Madison de Nueva York con su estilo vertiginoso, guerrero, implacable y vencedor. Él, junto con Medel y Surita son los referentes victoriosos de aquellos días.

Nacido en Guanajuato, huérfano desde muy pequeño, en medio de un escenario que estaba cambiando bajo el impacto de la Revolución, llegó con su madre y su hermano a la ciudad de México, cuando apenas se estaba enfriando la pólvora en la orilla de los años veinte, para vivir y trabajar por los rumbos de la Lagunilla, ahí donde dios lo pusiera.

De ascenso rápido por la fuerza de los puños, después de triunfos relampagueantes pudo retar y vencer al famoso Kid Azteca, en medio de la sorpresa de una afición sedienta de emociones sobre el entarimado. Un triunfo sobre otro: Ciudad de México, Los Ángeles, Nueva York, y el fracaso en Montreal frente a Sixto Escobar, una derrota casual pero contundente, frente a un boxeador boricua que le destrozó la cara. Saboreó sin medida el box profesional, ese que da dinero a manos llenas, exceso y desgaste físico que en ocasiones condena a la locura y a finales dramáticos como el que relata el lúcido cronista Tomás Kemp, cuando por los rumbos de La Castañeda en Mixcoac, entrevistó al famoso peleador y, antes de lo previsto, el Chango le dijo: “mi reportero… dame para mis faros”.

Pero lo que no podemos dejar de mencionar, es el hecho de que en medio de esa terrible batalla, Rodolfo Chango Casanova le compró casa a su “jefecita”. Quedémonos en todo caso con la leyenda de sus mejores días.

 

"Rodolfo "Chango" Casanova" de Jaime Bali Wuest y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 24

 

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