El 16 de marzo de 1863 inicia el sitio de Puebla durante la invasión francesa

Luis Salmerón

 

Al inicio del sitio de Puebla, Guillermo Prieto escribió: “Si se toma un fuerte, quedarán los otros fuertes. Después quedan las torres de las iglesias, los patios, los cementerios, los claustros, las celdas […] Y cuando todo se haya perdido tendremos todavía por patria una tumba”.

 

 

El 16 de marzo de 1863, los cañones del fuerte de Guadalupe, en Puebla, anunciaron que un poderoso ejército francés estaba frente a la plaza, defendida por los mejores elementos que el gobierno mexicano había podido reunir. Se inició así un largo sitio que duró hasta el 17 de mayo y demostró al mundo que luego de dolorosos reveses, los mexicanos estaban firmemente dispuestos a resistir hasta el último aliento contra cualquier agresor.

 

Desde que el 5 de mayo del año anterior, cuando el general Ignacio Zaragoza derrotara a los franceses en esa misma ciudad, los invasores y sus aliados mexicanos se habían retirado a Veracruz, concentrando sus fuerzas entre Orizaba y Córdoba, además de recibir por el puerto de ese territorio refuerzos y pertrechos en número tal que les asegurara vengar la humillante derrota.

 

Por su parte, el gobierno de la República, presidido por Benito Juárez, había hecho enormes esfuerzos para fortificar la plaza de Puebla y reunir ahí al mayor número posible de tropas y elementos de guerra, que luego de la inesperada muerte de Zaragoza, en septiembre de 1862, fueron puestos a las órdenes del fogueado general Jesús González Ortega.

 

Bajo el mando de este último, se construyeron nueve fuertes alrededor de Puebla, pequeños y distantes entre sí, pero concebidos para asegurar el perímetro de la ciudad. De esa forma, cuando más de 28 000 franceses y unos 1 300 aliados mexicanos avanzaron contra la capital poblana, en marzo de 1863, encontraron a casi 23 000 soldados, bajo el mando de jefes de capacidad y valor probados como Felipe Berriozábal, Miguel Negrete, Ignacio de la Llave, Francisco Alatorre, Ignacio Mejía, Porfirio Díaz, Nicolás de Régules, Epitacio Huerta y Mariano Escobedo.

 

Las fuerzas francesas, superiores en número y elementos, aunado a que recibieron refuerzos a lo largo de los más de dos meses que duró el sitio, atacaron la plaza una y otra vez, siendo rechazados por los valerosos defensores mexicanos. Finalmente, el hambre, la falta de municiones y los fracasos de las tropas nacionales por romper el sitio, obligaron al general González Ortega a disolver al heroico Ejército de Oriente y entregar la plaza a los sitiadores con una dignidad reconocida por los propios enemigos.

 

Carta de rendición del general Jesús González Ortega al general francés Élie-Frédéric Forey

 

Puebla, 17 de mayo de 1863,

 

Señor General: No siéndome ya posible seguir defendiendo esta plaza, por la falta de municiones y víveres, he disuelto el ejército que estaba bajo mis órdenes y roto su armamento, incluso toda la artillería. Queda, pues, la plaza a las órdenes de V. E. Y puede mandarla ocupar, tomando, si lo estima conveniente, las medidas que dicta la prudencia para evitar los males que traería consigo una ocupación violenta cuando ya no hay motivo para ello. El cuadro de generales, jefes y oficiales de que se compone este ejército, se halla en el palacio de gobierno y los individuos que lo forman, se entregan como prisioneros de guerra. No puedo, señor general, seguir defendiéndome por más tiempo. Si pudiera, no dude V.E. que lo haría.

 

 

La breve "El 16 de marzo de 1863 inicia el sitio de Puebla durante la invasión francesa" del autor Luis Salmerón se publicó en Relatos e Historias en México, número 115