¡Vamos al cine! Les recomendamos “Un día con el diablo”

México, 1945

Marco Villa. Historiador

Estelarizada por el célebre Cantinflas, esta comedia recrea aquellos días de 1942 en los que México ingresó a la Segunda Guerra Mundial apoyando al bando Aliado. Se llegó a decir que la cinta sirvió como instrumento de propaganda en nuestro país.

 

Afuera del cabaret El Gavilán sucede un homicidio. Su ejecutor planea eludir el crimen desapareciendo por un tiempo, para lo cual decide su enrolamiento en el ejército. Sin embargo, esto solo sería de nombre, pues en realidad un voceador (interpretado por Cantinflas) lo suplantará en el regimiento luego de engatusarlo en una noche de copas, tras la cual el periodiquero termina durmiendo en la calle, inconsciente. Literal: cerró los ojos como civil, pero amaneció como militar y con el nombre de Juan Pérez.

El ahora soldado contra su voluntad debe enfrentar al tribunal militar en calidad de desertor. Sin embargo, su juicio es pospuesto por no hallarse las pruebas de que en realidad se trata del raso Pérez. Finalmente es enviado a cumplir sus tareas militares, en un momento en que su país se encuentra en guerra.

Después de algunos fracasos durante su adiestramiento, es designado asistente del general en jefe, hasta que el conflicto se recrudece y debe volver al campo de batalla, donde muere. La odisea no acaba ahí para el supuesto Juan, pues, como dicta la tradición católica, va al cielo. Ahí espera a que San Pedro le abra la puerta, pero antes decide darse un paseo por el infierno, donde conoce a Satanás, interpretado por otra leyenda de la pantalla grande: Andrés Soler.

 

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Un día con el diablo