¡Vamos al cine! Les recomendamos “Los hermanos del Hierro”

México, 1961

Marco Villa. Historiador

Reynaldo y Martín se adiestran en el uso del revólver entre las chozas y polvorines del norte de la República, desierto y agreste pero siempre caluroso, profundo…

 

Desde pequeños habían aprendido a decirlo todo con una mirada, con un gesto. A exigir o a aferrarse a lo que creían. A usar alguna ingeniosa frase, al estilo de “¿Cómo iba yo a saber si no sabía?”. Reynaldo y Martín crecieron huérfanos de padre, luego de que el ranchero Reynaldo (estelarizado por Eduardo Noriega) fuera venadeado por el tratante de caballos Pascual Velasco (Emilio el Indio Fernández), en un asesinato que presenciaron.

Ya en el obligado velorio, con el cadáver sudoroso sobre la destartalada cama de una habitación llena de lamentos, la furibunda viuda (Columba Domínguez) jura venganza. Como primer paso contrata a un pistolero (un jovencísimo Ignacio López Tarso) para que enseñe a sus hijos a matar. Así algún día podrán vengar a su padre. El pistolero inculca a los menores la gran responsabilidad que conlleva matar, en tanto que no es bueno ni debe ser aplaudido. “Déjese de fantochadas. Matar es cosa seria”, le dice a Reynaldo cuando se le ocurre jugar con el arma. De paso, el “maestro” reclama a la viuda que están muy chicos para prepararlos de cara a una venganza incierta, a lo que ella interpela: “¡Tú qué sabes de Dios en estas tierras!”.

 

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Los hermanos del Hierro