La legendaria isla de la Tortuga y los piratas del Caribe

Luis Arturo Salmerón

 

El famoso refugio que flota entre la historia y la ficción

 

 

Impregnada de la niebla misteriosa que le han brindado decenas de relatos y leyendas, la isla de la Tortuga es uno de los lugares donde la historia y el mito se entrelazan estrechamente: refugio de piratas, nido de bucaneros, puerto casi inexpugnable desde donde la utopía anárquica de los filibusteros resistía a la civilización occidental en el Caribe. Barbanegra, Henry Morgan, el Corsario Negro, Francis Drake, el Olonés, el capitán Flint e incluso Jack Sparrow (protagonista de la saga fílmica Los piratas del Caribe) se encuentran entre sus habitantes, reales o ficticios, que han alimentado su oscura leyenda.

 

En Tortuga –dicen los relatos– no había más ley que la pirata, y dependiendo del narrador, podía ser terriblemente cruel o brutalmente justa. En Tortuga podía encontrarse a la más valiente tripulación para las más temerarias expediciones. En Tortuga se podía comerciar sin pagar impuestos a ninguna Corona y sin que nadie preguntara por la procedencia de la mercancía. En Tortuga comienzan las mejores historias de piratas que alimentaron las ansias de aventuras de generaciones.

 

Esta isla es una franja de tierra en el mar Caribe de 37 kilómetros de largo por siete de ancho, que se encuentra a menos de seis millas náuticas al noroeste de la actual República de Haití, a la que pertenece. Fue descubierta y bautizada por el mismo Cristóbal Colón, quien al pasar cerca de sus costas en diciembre de 1492 vio que sus formaciones montañosas semejaban el caparazón de una tortuga. Tiene una geografía muy accidentada, con una cordillera central que en las zonas más altas alcanza los 450 metros y que en el norte llega hasta el mar, donde forma una serie de acantilados y montañas casi inaccesibles que más tarde fueron llamados Costa de Hierro. La parte sur tiene algunas playas rodeadas de arrecifes y zonas bajas que resultaron ser un excelente refugio para pequeñas  embarcaciones.

 

Poco se sabe de Tortuga durante el primer siglo de la ocupación europea en las islas americanas, pero para el XVII se tiene registro de que había un pequeño establecimiento para el tráfico de tabaco y cuero, poblado principalmente por aventureros provenientes de las colonias francesas de Martinica y Guadalupe, quienes mercaban sus productos con barcos que querían ahorrarse las duras cargas arancelarias impuestas por la Corona española. En ese tiempo, la isla se caracterizaba por ser un refugio temporal de filibusteros que asaltaban embarcaciones y pequeños asentamientos hispanos.

 

La isla fue disputada por franceses y españoles muchas veces a lo largo de su historia. Cada vez que los llamados bucaneros (habitantes de lo que hoy es Haití, principalmente de origen galo) se establecían allí, los ibéricos intentaban expulsarlos. Tan pronto como estos últimos abandonaban el sitio debido a la falta de recursos naturales o rentabilidad, los franceses regresaban.

 

En 1640, después de una de aquellas pugnas, los bucaneros regresaron al mando de un ingeniero llamado Jean le Vasseur, quien construyó el Fort de Rocher con una batería de cuarenta cañones, lo que consolidó su dominio en la isla. En algún momento –poco preciso en los relatos– y ya con el fuerte construido, Le Vasseur comenzó a ofrecer protección política a los piratas de todas las naciones a cambio de un porcentaje del botín. Bajo su gobierno también floreció el puerto de Tortuga y, durante los doce años que mantuvo el control del lugar, este se convirtió en una suerte de enclave internacional donde atracaban piratas y contrabandistas. Justamente de ese tiempo viene la mayoría de las historias sobre la isla.

 

En 1652, en circunstancias poco precisas –como casi todo lo que se refiere a Tortuga–, Le Vasseur fue asesinado y dos años después los españoles lograron tomar la isla; en seguida, destruyeron el puerto y arrasaron con el Fort de Rocher hasta sus cimientos.

 

Finalmente, en 1697 España cedió a los franceses la parte occidental de la isla La Española (el actual Haití) y algunas de las ínsulas cercanas a su costa mediante la firma del Tratado de Ryswick, que puso fin a la llamada Guerra de los Nueve Años, en la que también pelearon contra Francia las Provincias Unidas de los Países Bajos, el Sacro Imperio Romano e Inglaterra. Entre esas franjas de tierra sobre el mar estaba la isla de la Tortuga, que actualmente es una comuna haitiana (entidad territorial equivalente al municipio mexicano) con alrededor de 38 000 habitantes.

 

Sin la protección de Le Vasseur, los piratas se mudaron a otras islas, aunque las historias continuaron mezclando la realidad con la ficción y la fama de Tortuga como el más legendario puerto pirata en el Caribe quedó arraigada para siempre.

 

 

El artículo "La legendaria isla de la Tortuga y los piratas del Caribe" del autor Luis Arturo Salmerón se publicó en Relatos e Historias en México número 118Cómprala aquí