"Desde que subí 10 kilos de peso tengo las citas que quiero"

La tendencia de belleza femenina en los años 40
Marco Villa

 

Perplejidad y sorpresa es lo que quizá hoy causaría en algunos sectores de la sociedad mexicana la idea de que, de buenas a primeras, tuvieran que cambiar las cremas, pastillas, polvos, dietas y otros métodos para adelgazar, ¡por fórmulas para subir de peso! Sin embargo, a mediados del siglo XX y hasta los setenta hubo periódicos que exhibían anuncios publicitarios –de esos descriptivos– que buscaban persuadir a la población para que ganara algunos kilos si es que querían verse bien, estar fuertes y saludables; es decir, dejar de ser flacos mediante la ingesta de algunos complementos. Desde luego que el público femenino era el más “bombardeado”, aunque también los hombres y niños llegaban a ser el blanco, pero en mucha menor medida.

 

De esta manera, las marcas fabricantes de los que hoy son llamados suplementos alimenticios –también podría aplicárseles hoy la categoría de productos milagro a algunos de ellos– apelaban al “buen juicio” de quienes eran afectas al culto por el cuerpo estilizado con mensajes que relacionaban la belleza, el estatus y el éxito en las relaciones sociales si se era voluptuosa. O al éxito con las mujeres a la manera de un donjuán, en el caso de los hombres. En tales anuncios quedaba claro que no había más que dejar de ser flaca o flaco para poder cautivar al sexo opuesto. “Quién creería que estaba flaca y sola hace unas pocas semanas”, “Buenas noticias para miles de chicas que no tienen sex appeal”, “Los hombres no me miraban cuando era flaca, pero desde que gané diez libras [...] tengo las citas que quiero”, decían algunos anuncios de la prensa anglosajona.

 

Desde luego que esta tendencia no fue solo latina. En Europa y Estados Unidos fueron comunes los anuncios de tabletas para estos propósitos desde la década de 1940 y hasta los setenta. A los países de habla hispana llegaron apenas unos años después y también para permanecer por un largo tiempo. Se sumaron a un sinfín de comportamientos inducidos desde los códigos de la publicidad, que daba rienda suelta a la exhibición de productos para todos los gustos. En México, particularmente, los íconos femeninos a imitar fueron también las actrices y bailarinas de anchas caderas y muslos voluminosos de la época de oro del cine mexicano. Ellas marcaban la pauta de la apariencia y la moda, y pese al recato social que como brújula marcaba el rumbo de lo que se debía hacer, incluso en materia de belleza, salud y pudor, terminaban por ser estándares fielmente reproducidos por el público gracias a la publicidad de tantos productos que abonaban a ello, como las fórmulas para ganar peso. Por otra parte, estos anuncios complementaban la imagen que otros del tipo daban de la mujer, en la que ellas aparecían en escenas cotidianas y atendiendo las labores del hogar, luciendo una figura acorde con los cánones de belleza de la época; incluso, algunos de los mensajes apelaban a los cuidados en salud y apariencia hasta para agradar al esposo.

 

Hoy, asumir que al ganar algunos kilos se verá mejor, parece algo impensable.

 

 

La nota breve "Mejor con unos kilos de más" del autor Marco Villa se publicó en Relatos e Historias en México, número 122. Cómprala aquí.