Clementina Díaz y de Ovando, la maestra del “bien decir”

Virginia García Acosta

 

“El propósito [de la novela histórica] fue dar a los personajes y a cuantos vivieron en el ayer una magnitud más real, saturándolos de vida, vivificándolos, permitiéndoles ir y venir con todas sus pasiones, sus sentimientos a cuestas, enmarcados en el ambiente y circunstancias de la época”: Clementina Díaz y de Ovando.

 

 

Clementina Díaz y de Ovando nació el 7 de noviembre de 1916 en Laredo, Texas, y falleció en Ciudad de México el 18 de febrero de 2012. Fue maestra y doctora en Letras Españolas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Vivió 95 creativos años, tres cuartas partes de los cuales los dedicó al estudio de los muy variados temas que le inquietaban y le ocuparon, ya fueran asociados con el arte y la literatura, con su análisis o crítica, o bien con las instituciones educativas y culturales. La mirada histórica en ellos fue su constante preocupación. Bien aprendió de sus dos primeros ilustres mentores: Justino Fernández y del maestro de éste, Manuel Toussaint.

 

Como investigadora y docente, se vinculó orgánicamente con su querida UNAM, a cuyo Instituto de Investigaciones Estéticas ingresó a los veintisiete años como ayudante de investigador. Posteriormente sería su directora durante seis años, de 1968 a 1974. Por si eso fuera poco, obtuvo dentro de la propia UNAM cuatro de los mayores reconocimientos a los que puede aspirar un universitario: la membresía en su Junta de Gobierno a lo largo de una década, de 1976 a 1986; el emeritazgo en 1983 y cinco años más tarde el Premio Universidad Nacional para, finalmente, ser la primera mujer merecedora del doctorado honoris causa en Historia, en 2001. La misma UNAM celebró en 1992 sus cincuenta años de trabajo académico, testimonio de lo cual es el libro titulado Homenaje a Clementina Díaz y de Ovando: devoción a la universidad y la cultura.

 

También en otros ámbitos fue reconocida por su obra y trayectoria. Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua a partir de 1985, receptora de la presea Miguel Othón de Mendizábal del Instituto Nacional de Antropología e Historia en 1994, presidenta honoraria vitalicia de la Federación Mexicana de Universitarias para, finalmente, ser galardonada con el primer Premio de Equidad de Género Miguel Alemán Valdés en 2011.

 

Su dedicación a la historia de las instituciones educativas y culturales se reveló en obras como El Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, publicada en 1951; los dos volúmenes de La Escuela Nacional Preparatoria, los afanes y los días (1972), La Ciudad Universitaria, reseña histórica, 1929-1955 (1979) y Odontología y publicidad en la prensa mexicana del siglo XIX (1982). Dicha entrega acreditó, en 1994, el nombramiento de Cronista de la Universidad Nacional Autónoma de México, por acuerdo del entonces rector José Sarukhán Kermez.

 

Doña Clementina también dedicó tiempo y esfuerzo a escudriñar en vidas y obras de algunos personajes. Cuatro atrajeron particularmente su atención, todos nacidos en la década de los treinta del siglo XIX, dos oriundos de Ciudad de México, otro veracruzano y el cuarto de Tixtla, en el hoy estado de Guerrero. Todos ellos literatos, escritores en prosa o en verso, periodistas unos, políticos y militantes otros. Pero eso sí, los cuatro liberales consumados y confesos. Ellos son: Juan A. Mateos, nacido en Ciudad de México en 1831, Vicente Riva Palacio (Ciudad de México, 1832), Ignacio Manuel Altamirano (Tixtla, 1834) y Juan Díaz Covarrubias (Xalapa, 1837). Si bien se especializó en la vida y obra de todos, puso particular atención en dos de ellos: Díaz Covarrubias y Riva Palacio.

 

Hacia fines de los cincuentas dio a conocer, en dos volúmenes, las obras completas de ese liberal y romántico, periodista, poeta, ensayista y novelista que fue Díaz Covarrubias. Con la publicación en 1959 de las Obras completas de Juan Díaz Covarrubias se inauguró la colección Nueva Biblioteca Mexicana de la UNAM y, a la par, se conmemoró el centenario de la fatídica y temprana muerte del autor.

 

Sobre Riva Palacio publicaría doña Clementina, en 1979, la conocida antología titulada justamente Vicente Riva Palacio. Antología, dando cuenta de la vasta obra escrita de dicho autor, que incluyó teatro, novela, ensayo y cuento. En 1985 dio a conocer Vicente Riva Palacio y la identidad nacional, y nueve años más tarde, en 1994, el libro titulado Un enigma de los ceros: Vicente Riva Palacio o Juan de Dios Peza. Este último está basado en la polémica obra de Riva Palacio titulada Los ceros, en la que vertió controvertidas semblanzas sobre personajes de su época. Fue precisamente a don Vicente a quien dedicó su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Historia, en un texto que más que escrito fue “bordado”, como decimos coloquialmente, bajo el título de La novela histórica de México.

 

Clementina Díaz y de Ovando ingresó a dicha Academia en 1974, para ocupar el sillón número cinco. Lo hizo a lo largo de 38 años, hasta su fallecimiento en 2012. A su ingreso, tal como se acostumbra, le dio la bienvenida uno de los académicos de número que, en su caso, fue don Miguel León-Portilla, quien en su discurso la calificó como “maestra del bien decir”.

 

Clementina Díaz y de Ovando tuvo tres pasiones: la UNAM, el siglo XIX y la novela histórica representada en la figura y obra del que calificó de “escritor y soldado”, “gran liberal”, “historiador y político”: Vicente Riva Palacio. Sobre esas tres pasiones, por ellas y para ellas, investigó, enseñó y difundió generosamente todo aquello que logró averiguar, identificar, analizar.

 

Exploró a profundidad las fuentes hemerográficas. Del trabajo constante en ellas, y de su cariño por México, surgieron publicaciones como Crónica de una quimera. Una inversión norteamericana en 1879, que publicó en 1989, y Memoria de un debate (1880): la postura de México frente al patrimonio arqueológico nacional, que vio la luz en 1990.

 

A esa vasta obra se suman los múltiples artículos, ensayos, prólogos, ediciones, reseñas y notas bibliográficas que publicó tanto en México como en el extranjero.

 

En resumen, Clementina Díaz y de Ovando fue una destacada académica, cuya obra es importante que sea conocida por las nuevas generaciones de historiadores y de lectores interesados particularmente en el siglo XIX mexicano, a través de la vida de la primera mujer que ocupó un sillón en la honorable Academia Mexicana de la Historia.

 

 

El artículo "Clementina Díaz y de Ovando" de la autora Virginia García Acosta se publicó en Relatos e Historias en México número 124. Cómprala aquí