El origen de la Copa Davis en 1900

El trofeo más grande del mundo
Gerardo Díaz

 

Al inicio del siglo XX una interesante camada de jugadores universitarios de Estados Unidos, encabezada por Dwight Filley Davis, contempló que su competitividad en el tenis mundial era limitada. Davis había acudido a más de una final de los principales torneos estadounidenses y en plena juventud creyó necesario un enfrentamiento entre estilos de tenistas de diferentes países para romper la monotonía.

 

Fue así que en 1900 se cristalizó un primer torneo entre Estados Unidos y Gran Bretaña, respaldado por la historia y lengua en común entre ambos países, así como por sus federaciones de dicho deporte. El torneo se llamó Lawn Tennis Challenge (Desafío de Tenis sobre Pasto), fue planificado a cinco partidos y se pensó en un genial gesto meramente caballeroso: colocar los nombres de los participantes labrados sobre la superficie de la copa de plata entregada al ganador, la cual con el paso del tiempo sería apodada la Ensaladera.

 

El primer torneo fue bastante menos disputado de lo deseado y Estados Unidos, con Davis como su líder, ganó sus primeros tres juegos, por lo que fueron innecesarios de los dos restantes. Sin embargo, la idea gustó y se decidió una revancha en la que se disputara el mismo trofeo, ahora con los nombres de los finalistas grabados.

 

Este torneo no fue solo una moda pasajera, sino que incrementó rápidamente el número de países participantes, por lo cual se volvió un pequeño problema la incrustación de nuevos nombres en la copa. Pero este detalle lo resolvió el propio Davis, quien en 1921 donó una charola de plata que funcionó como complemento al trofeo para plasmar a las nuevas generaciones de tenistas que disputaran la gloria del torneo. Luego, en 1933 se decidió agregar una base de madera para el mismo fin, y nuevamente en 1969 y 2002, por lo que su tamaño ya es enorme. Por otra parte, en 1945, tras la muerte de su iniciador, el torneo pasó a llamarse oficialmente Copa Davis como un homenaje a su figura.

 

La primera participación de México en el certamen fue en 1924, pero las letras más brillantes del tenis nacional las escribieron Antonio Palafox y Rafael Osuna en 1962, ya que son los primeros y únicos mexicanos que han disputado la final. Lamentablemente en esa ocasión no se consiguió la victoria frente a Australia, el segundo país con más títulos de Copa Davis.

 

 

La breve "El trofeo más grande del mundo" del autor Gerardo Díaz se publicó en Relatos e Historias en México, número 115