El acueducto del padre Tembleque

La más grande obra hidráulica construida en Nueva España
P. Israel Hernández Ortega

Llevar agua desde los manantiales del cerro Tecajete, hoy en Hidalgo, hasta Otumba, en el Estado de México, no era cosa fácil a mediados del siglo XVI. Había que pasar decenas de kilómetros, ríos, barrancas y terrenos agrestes. Sin embargo, fray Francisco de Tembleque logró la construcción de una extraordinaria obra hidráulica que hoy es Patrimonio de la Humanidad.

 

Construido entre 1555 y 1572, el Acueducto del Padre Tembleque es un sistema hidráulico de 48.22 kilómetros de longitud –incluyendo un ramal que bifurca el trayecto hacia Zempoala–, conformado por manantiales de agua, macizos de piedra a manera de muros, columnas, cajas de agua, abrevaderos, aljibes, apantles, tuberías de cerámica y puentes.

Abarca los municipios de Zempoala, en Hidalgo, y Nopaltepec, Axapusco y Otumba, en el Estado de México, aunque erróneamente se ha creído que el acueducto sólo es el puente monumental soportado por arcos, ubicado en Tepeyahualco, dejando de lado al resto de los componentes que en conjunto le permitían cumplir su principal función: transportar agua.

Durante su planeación fue considerada una obra imposible de construir y que ni los más poderosos reyes se hubieran atrevido a realizar. Su construcción fue dirigida por fray Francisco de Tembleque, en conjunto con el maestro Juan Correa y Agüero, originario de Castilla, España. Hoy representa la obra de ingeniería y arquitectura hidráulica más importante llevada a cabo en la Nueva España. Para muestra su arco mayor, que ostenta una altura de casi cuarenta metros y supera a cualquiera construido por el imperio romano.

En la construcción del Acueducto del Padre Tembleque se entrelazan los conocimientos de los habitantes de Mesoamérica y los traídos por los españoles, quienes, a su vez, tenían la influencia de los romanos en la construcción de puentes mediante el uso de arcos.

La fuente de alimentación principal del acueducto proviene de siete ojos de agua ubicados en las faldas del cerro Tecajete, cuya forma cónica similar a la de un volcán, en el siglo XVI, propició la impresión de que la corriente de agua superficial habría sido cubierta por el manto de lava, lo que ocasionaba el brote del líquido hídrico en zonas periféricas del cerro.

A lo largo de todo el trayecto el agua era transportada por medio de apantles (canales angostos y pequeños conocidos desde la época prehispánica; los mexicas dividían las chinampas por medio de estos conductos), construidos con barro y piedra y cuyas juntas era tapadas con argamasa de tezontle y cal. También se colocaron canales de media caña –cuando la ubicación de la obra era subterránea– y tubos de barro –cuando estaba a nivel de piso–. En los trayectos donde hubo necesidad de librar barrancas se edificaron un total de seis puentes sobre los cuales se colocaron los apantles.

Después de los ojos de agua, el líquido era conducido a la hacienda de Tecajete. Para ello y por el desnivel del terreno, fue necesaria la construcción del puente número uno, conformado por 54 arcos. Al término de éstos se ubica la primera caja de agua que ramifica el trayecto para suministrar al pueblo de Zempoala. Ahí existen dos aljibes; uno de ellos es terminal y se ubica en la iglesia de Todos los Santos, que cuenta con una maravillosa capilla abierta, característica del siglo XVI.

El acueducto continúa poco más de seiscientos metros en dirección sur-oriente y luego desvía su trayectoria hacia el sur-poniente, prácticamente en línea recta hasta llegar a la segunda arquería ubicada en la ex hacienda de Arcos. Este conjunto cuenta con catorce arcos, necesarios para librar no más de cien metros correspondientes a un arroyo de agua; el resto está conformado por un muro de piedra.

El tercer punto elevado es el denominado Arco de Acelotla, cuya longitud es de poco más de trece metros; se edificó para librar el paso de un río. Con el tiempo, los deslaves de los cerros cercanos provocaron su destrucción; fue hasta 1998 cuando se efectuó su restauración.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “El acueducto del padre Tembleque” del autor P. Israel Hernández Ortega y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 91