Discurso del presidente Lázaro Cárdenas sobre la expropiación petrolera. Palacio Nacional, 18 de marzo de 1938 (fragmento)

Isabel Tovar de Teresa / Magdalena Mas

Las compañías petroleras, no obstante la actitud de serenidad del Gobierno […] se han obstinado en hacer, fuera y dentro del país, una campaña sorda y hábil […] que han dado el resultado que las mismas compañías buscaron: lesionar seriamente los intereses económicos de la nación, pretendiendo por este medio hacer nulas las determinaciones legales dictadas por las autoridades mexicanas.

 

Y en esta situación de suyo delicada, el Poder Público se vería asediado por los intereses sociales de la nación que sería la más afectada, pues una producción insuficiente de combustible para las diversas actividades del país […] tendría que ocasionar, en breve tiempo, una situación de crisis incompatible no solo con nuestro progreso, sino con la paz misma de la nación […] y la existencia del propio Gobierno se pondría en grave peligro, pues perdido el poder económico por parte del Estado, se perdería asimismo el poder político produciéndose el caos.

 

Es el interés social de la clase laborante en todas las industrias del país la que lo exige. Es el interés público de los mexicanos […] Es la misma soberanía de la nación, que quedaría expuesta a simples maniobras del capital extranjero, que olvidando que previamente se ha constituido en empresas mexicanas, bajo leyes mexicanas, pretende eludir los mandatos y las obligaciones que les imponen autoridades del propio país.

 

[…] Riqueza potencial de la nación; trabajo nativo pagado con exiguos salarios; exención de impuestos; privilegios económicos y tolerancia gubernamental, son los factores del auge de la industria del petróleo en México. Examinemos la obra social de las empresas: ¿en cuántos de los pueblos cercanos a las explotaciones petroleras hay un hospital, una escuela o un centro social, […] o una planta de luz, aunque fuera a base de los muchos millones de metros cúbicos del gas que desperdician las explotaciones?

 

¿En cuál centro de actividad petrolífera, en cambio, no existe una policía privada destinada a salvaguardar intereses particulares, egoístas y algunas veces ilegales? De estas agrupaciones, autorizadas o no por el Gobierno, hay muchas historias de atropellos, de abusos y de asesinatos siempre en beneficio de las empresas.

 

[…] Confort para el personal extranjero; mediocridad, miseria e insalubridad para los nacionales. […] salarios inferiores y trabajos rudos y agotantes para los nuestros.

 

Otra contingencia, forzosa del arraigo de la industria petrolera, fuertemente caracterizada por sus tendencias antisociales, y más dañosa que todas las enumeradas anteriormente, ha sido la persistente, aunque indebida intervención de las empresas en la política nacional.

 

Han tenido dinero […] para la prensa antipatriótica que las defiende […] Pero para el progreso del país, para encontrar el equilibrio mediante una justa compensación del trabajo, para el fomento de la higiene en donde ellas mismas operan […] no hay dinero, ni posibilidades económicas, ni voluntad para extraerlo del volumen mismo de sus ganancias.

 

Tampoco lo hay para reconocer una responsabilidad que una sentencia les define, pues juzgan que su poder económico y su orgullo les escuda contra la dignidad y la soberanía de una nación que les ha entregado con largueza sus cuantiosos recursos naturales y que no puede obtener, mediante medidas legales, la satisfacción de las más rudimentarias obligaciones.

 

[…] Planteada así la única solución que tiene este problema, pido a la nación entera un respaldo moral y material suficiente para llevar a cabo una resolución tan justificada, tan trascendente y tan indispensable.

 

 

Esta publicación sólo es un fragmento del artículo "Recuerdos del Zócalo: El petróleo es nuestro: el apoyo popular a la expropiación en 1938" de las autoras Isabel Tovar de Teresa y Magdalena Mas, que se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, número 114