Vida y milagros del Dr. Merolico

Guillermo Murillo-Godínez

Entre las décadas de 1860 y 1880 hizo su aparición en México un supuesto médico que más tarde sería conocido como Dr. Merolico. Famoso por sus “milagros” para sanar a la gente que acudía a verlo, su apellido quedaría asociado -con justa razón- a aquellos charlatanes que ofrecen la cura de todas las enfermedades habidas y por haber. Más tarde desaparecería sin dejar rastro y su existencia quedó envuelta en el misterio.

 

Rafael (o Raphael Juan, o Juan Rafael, o Jan François) de Meraulyock (o Meroil Yock, o van Merlyck, o Merolyck), fue un judío polaco (o suizo o francés, según otros) que llegó a Veracruz en un barco con bandera francesa, procedente de Sudamérica, entre 1864 y 1879. Se sabe que el 29 de febrero de este último año presentó en la Escuela de Medicina el examen para recibir el título de cirujano dentista y después ejerció su “profesión” en las ciudades de Puebla (aquí, disfrazado de turco, contaba fantásticas historias del Santo Sepulcro; ganó una fortuna vendiendo reliquias de los santos lugares), y de México (pernoctaba en el hotel Iturbide, ubicado en la calle de San Francisco, hoy Madero).

Era “de extraña y agitada melena rubia, largos mostachos y espesa barba que le caía sobre el pecho”, tenía un ojo de vidrio y solía colgarse numerosas medallas. Afirmaba ser un ilustre médico, un diestro dentista y poseer fármacos infalibles para todas las enfermedades conocidas y por conocer. Vestía una larga túnica “entre griega y oriental”, viajaba en soberbia carroza con acompañamiento de música y distribuía carteles de propaganda (volantes) por las calles, diariamente, entre las 10 y 11 horas.

Su popularidad propició la aparición de un periódico, la presentación de un sainete en el Teatro Principal y la publicación de unas Memorias de Merolico. Páginas arrancadas a la historia de su vida (México, Tip. Literaria de Filomeno Mata, 1880), firmadas con el seudónimo XYZ y atribuidas a José Negrete (1855-1883), abogado, novelista y periodista mexicano de origen belga.[1]

Entre los “milagros” de Meraulyock se encontraban sus trabajos de cirugía “clásica” u “ordinaria”. El periódico El Correo del Lunes del 12 de enero de 1880 (y también El Monitor Republicano, en ese mismo mes), publicó diversos anuncios del “doctor Merolyco”.

En el mismo Correo del Lunes, el “doctor” avisaba: “Al respetable público por bien de su interés, no deje huir la buena ocasión y oportunidad que hoy se le ofrece, porque tal vez más tarde se arrepentirá inútilmente y cuando no haya remedio”.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Vida y milagros del Dr. Merolico” del autor Guillermo Murillo-Godínez y se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, núm. 70.

 

[1] Ma. del Carmen Ruiz Castañeda y Sergio Márquez, Diccionario de seudónimos, anagramas, iniciales y otros alias usados por escritores mexicanos y extranjeros que han publicado en México, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 2000, p. 553.