Territorios perdidos en 1847

Buscando culpables
Javier Villarreal Lozano

 

Para justificar su retirada, Santa Anna, a quien se culpa de la derrota, argumentó la mala situación de sus tropas, cansadas y carentes de alimentos; pero su dedo acusador apuntó directamente hacia el general José Vicente Miñón, quien con sus 1 800 hombres de caballería —otros hablan de 1 500— observó un sospechoso comportamiento en las cruciales jornadas del 22 y 23 de febrero.

 

Nacido en Cádiz, España, Miñón había llegado a este territorio para combatir a los insurgentes en Nueva España. Luego se adhirió al Ejército Trigarante y fue gobernador de Querétaro y del Distrito Federal; de este último en calidad de interino. En La Angostura, la caballería a sus órdenes tenía la misión de acometer contra la retaguardia del enemigo, maniobra que, de haberse efectuado, pudo inclinar el platillo de la victoria en favor de nuestros compatriotas.

 

Con ese propósito entró al valle de Saltillo por el cañón de la sierra, a cuya salida se localizaba el pueblo de Palomas (actualmente Arteaga, Coahuila); llegó hasta el rancho de Los Cerritos, a unos diez kilómetros de La Angostura. Desde el día 22 su presencia alertó a las fuerzas norteamericanas acantonadas en la ciudad, que lo recibieron a cañonazos disparados desde un fortín al sur de la población.

 

Informes de oficiales estadunidenses aseguran que después de dejarse ver en Los Cerritos el día 22, Miñón dio marcha atrás. Regresó a Palomas y se internó en la sierra. El 23, agregan, reapareció moviéndose por la falda de la sierra, casi a la vista de La Angostura. Los yanquis decidieron salir a batirlo, y lo hicieron con éxito. Miñón volvió a retirarse, ahora hasta el paso de Palomas, y luego desapareció por la garganta de la sierra con rumbo desconocido.

 

Su incomprensible negligencia se atribuyó a falta de valor en las horas decisivas. Frustrado y furibundo, Santa Anna mandó apresarlo en Matehuala, San Luis Potosí, y le instruyó un juicio militar. En la confusión de esos días, los pormenores del juicio se perdieron.

 

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “La batalla que México pudo ganar a Estados Unidos” del autor Javier Villarreal Lozano y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 93.