¿Sabían que a mediados del siglo XIX, miles de esclavos de Estados Unidos intentaron cruzar la frontera con México para obtener su libertad?

María Camila Díaz Casas

 

Libertad más allá de las fronteras

En una entrevista realizada por el Federal Writer’s Project al antiguo esclavo Felix Haywood en 1941, él afirmaba: “no había razón para huir hacia el norte, todo lo que teníamos que hacer era caminar, pero caminar hacia el sur, donde obtendríamos la libertad tan pronto cruzáramos el río Grande [Bravo]. En México se podía obtener la libertad, no les importaba de qué color fuera tu piel, negra, blanca, amarilla o azul. De hecho, cientos de esclavos huyeron hacia México y les fue bien. Supimos de ellos y de que se hicieron mexicanos. Criaban a sus hijos para que hablaran solo mexicano”.

 

 

Fuga de esclavos hacia México

 

Dadas las diferencias con respecto a la importancia de la esclavitud y a las políticas sobre las personas de origen africano a cada lado de la frontera, un fenómeno muy importante para comprender la presencia de la población afrodescendiente en México es la fuga de miles de esclavizados y libres del sur de Estados Unidos y de Texas hacia México, en busca de la libertad y de mejores condiciones de vida.

 

El periodo entre 1836 y 1866 fue en el que se llevaron a cabo la mayor parte de fugas de Texas y Estados Unidos a territorios del norte de nuestra nación. A pesar de que existían antecedentes, durante estos años aumentó el número de personas que decidieron ir a México para obtener la libertad y posibilidades de ascenso social, debido, entre otros factores, a la independencia de Texas, la guerra de intervención contra México, la Guerra Civil estadounidense y el endurecimiento en el país vecino de las condiciones de vida de los antiguos esclavizados por las restricciones a su residencia en ciertos estados y el incremento de la demanda de mano de obra de este tipo.

 

Es importante señalar que fugarse de una plantación de Texas o de algún lugar del sur de Estados Unidos era muy difícil y riesgoso. Un esclavizado que quisiera buscar una mejor vida allende el río Bravo debía dejar a su familia y personas cercanas; además se enfrentaba a fuertes peligros como la persecución de su propietario, de cazadores de esclavos que cobraban recompensas por recapturar a los fugitivos o de indígenas como los cherokee que los capturaban y vendían nuevamente como esclavos. Adicionalmente, sufrían las inclemencias climáticas y geográficas que implicaba cruzar la frontera, la posibilidad de perderse en la ruta a México y hasta de morir de hambre por la larga travesía.

 

Debido a los problemas de control en la frontera, a la inestabilidad política y a que los esclavizados y fugitivos no querían ser encontrados y entraban clandestinamente a México, no existe un registro sistemático que nos permita contabilizar el número de quienes se refugiaron al sur del río Bravo. Investigadores como Rosalie Schwartz, Ronnie Tyler, Abigail Curlee, basados en varias fuentes primarias, calculan un promedio de 3 000 a 4 000 fugitivos que entraron a territorio nacional en el periodo señalado. Aun así, es necesario resaltar que este fenómeno tuvo una gran importancia política e incluso llegó a generar conflictos diplomáticos entre México y Estados Unidos. Adicionalmente, tuvo un seguimiento constante en los anuncios, titulares y artículos de numerosas publicaciones periódicas, sobre todo en Texas.

 

En busca de la libertad

 

Uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la esclavitud en Estados Unidos es el famoso Ferrocarril Subterráneo (Underground Railroad), que fue una red de abolicionistas y antiguos esclavos que buscaban rutas clandestinas para que los esclavizados pudieran huir hacia su libertad en Canadá. Uno de los personajes más célebres de esta red fue Harriet Tubman, antigua esclavizada que, después de haber huido de sus propietarios, ayudó a varios en su fuga. Este fenómeno, en diferentes proporciones, también ocurrió hacia el sur. Aunque sin una red organizada que permitiera a los esclavizados fugarse por rutas establecidas, miles de ellos y algunos afroamericanos libres cruzaron la frontera, motivados por una idea, muy común en Texas y en el sur estadounidense, de México como un país donde se podía hallar la libertad y gozar de privilegios imposibles de obtener al norte de la frontera.

 

En los inicios de la década de 1830 Manuel de Mier y Terán, oficial mexicano enviado por el gobierno central primero para fijar límites en el norte y luego como comandante general de las Provincias Internas de Occidente, ya manifestaba que los esclavizados aprendían sobre las intenciones favorables de las leyes mexicanas y se estaban poniendo inquietos. En su informe sobre Texas afirmaba que los amos respondían con crueldad frente a cualquier muestra de inquietud: les extraían los dientes, los atacaban con perros hasta que los destrozaran y el más indulgente azotaba a sus esclavos hasta que quedaran desollados.

 

Mientras que para los afroamericanos la frontera connotaba libertad y ascenso social, para los propie tarios de esclavos de Texas y de algunos estados de la Unión Americana, la frontera estaba relacionada con una preocupación por las fugas de esclavizados a México y una concepción sobre este país y sus ciudadanos como amenazas a sus propiedades y a su estilo de vida. En la prensa de esa región, en ese periodo se pueden apreciar anuncios de recompensa por los fugitivos, así como noticias de alarma sobre la situación y editoriales que llamaban la atención sobre la necesidad de tomar medidas para impedir las fugas, las cuales variaban entre intervenciones políticas en los asuntos internos mexicanos hasta mejorar la vigilancia sobre los afrodescendientes.

 

Por otro lado, la prensa de varios condados texanos no solo asoció a México y a la frontera con los esclavizados que huían, también vinculó a los ciudadanos de nuestro país con dichas fugas como cómplices o incitadores que debían ser castigados. La asociación establecida entre peones mexicanos y fugitivos fue bastante reiterada en la prensa texana, hasta el punto de producir la expulsión de ciudadanos de México en ciertos territorios, justificada por la intención de evitar que los esclavos cruzaran la frontera.

 

La presencia histórica de las poblaciones de origen africano en el México decimonónico es un tema complejo, sin embargo, fundamental para comprender la sociedad mexicana del presente. Los silencios de los documentos escritos nos deben motivar a comprender la existencia de dichas poblaciones en el país y su asimilación a la sociedad nacional a través de otras fuentes y otros enfoques. Al recurrir al proceso de abolición de la esclavitud y a una mirada al norte de México y a la frontera con Estados Unidos en el siglo XIX podemos comprender cómo, además de las poblaciones afrodescendientes que desde la colonia residían en la Nueva España, hubo migraciones posteriors que también han constituido parte de la población mexicana.

 

 

Esta publicación sólo es un fragmento del artículo "Esclavitud y libertad de los afrodescendientes en el México del XIX" de la autora María Camila Díaz Casas, que se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México número 109