Modesto Arreola, héroe poco conocido de la Batalla del 5 de Mayo de 1862

Ahmed Valtier

La decisiva acción del Batallón de Rifleros Reforma, bajo el mando de este joven teniente coronel, en el momento crítico de la batalla, fue reconocida en los partes de guerra de los comandantes mexicanos en Puebla.

 

Fue en lo más álgido del combate, en el momento decisivo en que los soldados de élite franceses, los famosos zuavos, escalaban los muros del fuerte de Guadalupe, cuando el destino puso al joven militar nuevoleonés Modesto Arreola frente a la tarea de modificar el rumbo de la batalla. Este teniente coronel de veinticinco años de edad fue un auténtico héroe del 5 de mayo de 1862, durante la invasión. La valerosa actitud de su Batallón de Rifleros Reforma marcó un punto de inflexión en la contienda, según lo mencionan los partes de guerra de los generales Ignacio Zaragoza, Miguel Negrete, Felipe Berriozábal y Francisco Lamadrid.

Liberal nuevoleonés

Modesto Arreola nació el 14 de junio de 1837, en la hacienda de San Pedro, en las afueras de la ciudad de Monterrey. Sus padres fueron Manuel Arreola y Juana María Ayala. Aunque algunos historiadores han afirmado que era originario de Monterrey, en realidad nació en lo que hoy es el municipio de San Pedro Garza García.

Antes de cumplir dieciocho años, Modesto se unió a la revolución contra la dictadura de Antonio López de Santa Anna, en mayo de 1855, bajo las órdenes del líder norteño Santiago Vidaurri, quien había proclamado en Nuevo León el Plan Restaurador de la Libertad, en acuerdo con el movimiento que había estallado varios meses antes en el sur con el Plan de Ayutla, protagonizada por la generación liberal que acompañó a Juan Álvarez e Ignacio Comonfort, y que concluiría con la toma de la Ciudad de México y la instalación del Congreso que promulgó la Constitución de 1857.

Enlistado en las milicias de Nuevo León, tuvo como compañeros de armas a oficiales de la talla de Ignacio Zaragoza y Mariano Escobedo, con quienes entabló fuertes lazos de amistad. Incluso una de sus hermanas menores, Victoria, fue durante un tiempo novia de Zaragoza.

De arraigadas ideas liberales, formó parte del Ejército del Norte, bajo el mando de Vidaurri y del general Juan Zuazua, como jefe de varias compañías de rifleros durante la Guerra de Reforma (1858-1860).

Tras la derrota en la famosa batalla de Ahualulco (San Luis Potosí) contra los conservadores en 1858, el joven Arreola decidió permanecer fiel a la lucha, siguiendo bajo el comando del general Santos Degollado, hasta el triunfo total de los liberales. Concluida la guerra, continuó en el ejército regular y fue ascendido a teniente coronel en septiembre de 1861 por Benito Juárez. Por su experiencia en el uso táctico de los rifles Sharp y Mississippi –de fabricación estadounidense–, que caracterizó a las tropas norteñas y a los famosos Blusas Rojas del general Zuazua durante la Guerra de Reforma, Arreola fue asignado como comandante del Batallón de Rifleros Reforma, unidad formada con militares potosinos.

A pesar del triunfo del presidente Juárez y de la causa liberal, México aún estaba lejos de la paz: en menos de un año el país se encontraba de nuevo en guerra, esta vez en respuesta a la invasión del ejército francés en 1862. Muchos serían los militares, como Modesto Arreola, que alcanzarían su momento de gloria en la llamada “Segunda Independencia de México”.

Héroe del 5 de mayo

Integrado a la brigada del general Francisco Lamadrid, formó parte esencial del Ejército de Oriente del general Ignacio Zaragoza, fuerza principal en la defensa de la ciudad de Puebla contra los invasores franceses.

Durante la épica jornada, Arreola y su Batallón de Rifleros demostraron su valor y sangre fría en el combate. Después de dos ataques fallidos sobre el cerro de Guadalupe, defendido estoicamente por los mexicanos, el comandante francés Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez, reanudó obstinadamente un tercer y definitivo asalto.

Con sus tropas de élite, como el 2° Regimiento de Zuavos –conocido como los Chacales de Orán– y los Cazadores de Vincennes, la columna de ataque logró llegar con un arrojo extraordinario hasta el foso del fuerte de Guadalupe. Usando escalas que ellos mismos habían llevado, comenzaron a subir por el parapeto; algunos, como el clarín Roblet, empezaron a dar desde lo alto del muro el toque de carga.

Anticipándose al decidido asalto, el general Zaragoza había enviado como refuerzo al teniente coronel Arreola con sus hombres, quienes habían permanecido defendiendo el barrio de Xonaca, al suroeste del cerro de Guadalupe. Fue en ese instante, cuando los galos coronaban el parapeto del fuerte, que el Batallón Reforma hizo su oportuna aparición: los rifleros de Arreola sorprendieron al enemigo por su flanco derecho y con fuego cerrado lo batieron totalmente.

En su reporte, el general Felipe Berriozabal escribió: “Este [el enemigo] fue completamente destruido y, como los anteriores, nos presentaron sus soldados la espalda; sin haber vuelto a emprender otro ataque”. Más de treinta cadáveres franceses quedaron abandonados en el foso del fuerte y, de acuerdo con testigos, el capitán Gautrelet, del 2° de Zuavos, cayó desde lo alto del muro, quedando muerto, casi sentado, con el pecho de su uniforme lleno de condecoraciones.

El general Francisco Lamadrid expresó en su parte de guerra que “el Batallón Reforma, de la manera heroica que acostumbra, se batió en el cerro de Guadalupe con su valiente comandante, Modesto Arreola, a la cabeza”. Esta acción fue decisiva para rechazar el tercer y último asalto francés.

 

Esta publicación sólo es un fragmento del artículo "Modesto Arreola" del autor Ahmed Valtier, que se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, número 105