La bella Lupe

Guadalupe Vélez Villalobos

Martín Caballero

La fascinación que produjo en los escenarios norteamericanos la imagen de Lupe Vélez, correspondió a un momento en el que el arte que atravesaba los estudios de Hollywood necesitaba, para prodigarse, de un toque romántico-anecdótico aderezado con el gusto latino. La carrera meteórica que colocó a la Vélez en el centro de la escena durante más de diez años no fue suficiente para arrancarle a los críticos y organizadores de homenajes unos minutos de atención que ayuden, como estas páginas, donde el cineasta Martín Caballero echa andar la moviola, para que podamos ver cómodamente desde la butaca un rostro único e inconfundible.

 

Con la boca abierta y sentados en el filo de la butaca, los espectadores que asistieron aquella noche del 8 de marzo de 1932 al Ziegfield Theatre de Nueva York, aplaudían y gritaban de emoción al contemplar la imponente belleza de esa mexicana bajita de estatura y de finas curvas que, ataviada con un elegante vestido que la hacía brillar de una manera formidable en el escenario, desbordaba pasión y encanto con su voz y sus movimientos. Lupe Vélez, María Guadalupe Vélez Villalobos. Nació en San Luis Potosí el 18 de julio de 1908 y habría viajado antes de cumplir 20 años a la ciudad de San Antonio para ingresar a un convento. Con el fin de ayudar económicamente a su madre abandonó los hábitos y se empleó en una tienda de ropa. Tomó algunas lecciones de baile y se presentó como parte del elenco del Teatro Principal en la ciudad de México.

En la década de los 20, en medio del furor del charleston y del cine mudo, Lupe Vélez ­viajó a Hollywood de la mano de Hal Roach para incorporarse a la floreciente industria cinematográfica norteamericana.

Protagonizó innumerables películas bajo la dirección de los más importantes directores de la Época de Oro de Hollywood: Tod Browning, Carl Laemmle, George Melford, Edwin Carewe, Cecil B. De Mille y, en México, donde protagonizó La Sandunga bajo la dirección de Fernando de Fuentes y Naná, cinta dirigida por Celestino Gorostiza en co-dirección de Roberto Gavaldón.

La vida amorosa de la bella Lupe, llenó cientos de páginas de los periódicos y las crónicas radiofónicas de la época. Los galanes más importantes de Hollywood y México compartieron intensos fragmentos de su vida amorosa con la potosina de bellos ojos: Gary Cooper, Johnny Weissmuler, Arturo de Córdova y Harald Ramond.

La gran diva, la mujer para la que se habían creado personajes especiales y se habían hecho adaptaciones, justo a su medida, decidió poner fin a su vida el 14 de diciembre de 1944 después de vivir un caudal de decepciones amorosas.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “La bella Lupe” del autor Martín Caballero y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 5.

 

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