El último Garibaldi

Alberto Sánchez Hernández

En casi todo el mundo hay plazas y calles que llevan el nombre de Garibaldi. Se honra en ellas al patriota italiano que en el siglo XIX combatió por la República en Europa y Sudamérica. En la Ciudad de México, en cambio, la famosa plaza alude al nieto, homónimo de aquél; al coronel José Garibaldi [1] quien combatió junto a Villa y Orozco en Chihuahua para darle el triunfo a la revolución maderista.

 

Cuando José Garibaldi llegó a México tenía 31 años. Venía de una guerra, y después del triunfo de Madero, se fue a otra. Quién sabe si sería la sangre del linaje Garibaldi, pero lo cierto es que José parecía reencarnar la vida novelesca de su padre, tíos y hermanos, que al igual que el viejo Giuseppe y su heróica abuela, Anna Ribeiro da Silva, iban de un país a otro, dispuestos al combate por las causas de la República.

De acuerdo a la tradición familiar, su padre ha enviado a sus hermanos a distintos países a cobrar experiencias profesionales y de vida. José aceptó en Italia un puesto como inspector de las condiciones laborales en el Canal de Panamá, y en 1910 escribe a sus hermanos para invitarlos a Chihuahua y abrir una mina de oro. Les dice que, ahora sí, se dedicará a los negocios. Pero en febrero de 1911 no resiste la tentación y atiende el llamado de Madero para regresar a las armas. Se incorpora en la frontera con una pequeña legión de extranjeros, al lado del general sudafricano Benjamín Viljoen y el norteamericano Alberto Harrington.

La incorporación de José Garibaldi al Estado Mayor de Madero, generó algunas fricciones con Orozco por su condición de extranjero. Pero Madero se mantuvo firme y defendió al italiano: “… puesto que siempre que un pueblo ha luchado por su libertad se ha repetido el ejemplo de que numerosos extranjeros hayan ido a luchar en las filas de los libertadores”.  Le recuerda a la tropa el caso del español Xavier Mina, y también que “el abuelo y aún el padre del señor Garibaldi, siempre han puesto su espada al servicio de los oprimidos; por tal motivo él no ha hecho sino seguir el noble ejemplo de sus antepasados…”

En abril, Madero otorga grados de coronel a Villa, Agustín Estrada, José de la Luz Blanco y José Garibaldi, quienes, con el general Orozco, atacan la guarnición de Ciudad Juárez para precipitar la renuncia del presidente Porfirio Díaz.

Al triunfo de la revolución, Garibaldi entra con Madero a la Ciudad de México, y durante un tiempo lo acompaña en su gira como candidato a la presidencia. Sale a Nueva York como propagandista de Madero, pero en 1912 su padre y su tío Menotti, lo llaman desde Grecia, a donde han llegado todos sus hermanos, para enrolarse en una nueva brigada en la guerra contra los turcos. 

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “El último Garibaldi” de Alberto Sánchez Hernández y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 6.

 

[1] Utilizamos el nombre españolizado de José Garibaldi para diferenciarlo de su abuelo homónimo Giuseppe Garibaldi. N de la R.