El adiós a los reyes texcocanos

Ritos funerarios de los antiguos gobernantes
Clementina Battcock y Maribel Aguilar

Texcoco era una comunidad distintivamente guerrera y cazadora, muy proclive a asentarse en cavernas que no sólo utilizaban para resguardarse, sino como receptáculos para sus usos funerarios. A este respecto, cabe señalar que los ritos mortuorios formaron parte importante de dicha cultura porque suponen la disposición de los restos mortales de una persona y comportan una serie de creencias sobre la vida ultraterrena.

 

¿A DÓNDE VAN LOS MUERTOS?

Aunque las distintas áreas culturales de Mesoamérica (Norte, Occidente, Oaxaca, Golfo, Sureste y Centro) tenían sus particulares concepciones sobre el destino ultraterreno de los fallecidos, puede afirmarse de manera general que, en la tradición prehispánica, la muerte no representaba la extinción definitiva de una persona: solo marcaba el inicio de una nueva y distinta etapa de su existencia.

En el centro de México se tienen registros sobre la incineración o quema de los cuerpos de los gobernantes, aunque también se han encontrado enterramientos de personajes ricamente ataviados –en su mayoría identificados con guerreros–, que claramente denotan una posición jerárquica de poder. En cambio, a la gente común que moría de causas naturales, al parecer sólo se le quemaba y sus cenizas eran depositadas en ollas de barro.

 

HONRAS FÚNEBRES DE LOS GOBERNANTES

Sin lugar a dudas, el gobernante más emblemático de Texcoco fue Nezahualcóyotl, quien llegó al final de su vida luego de un régimen ejemplar y prolongado. De sus honras fúnebres dio cuenta el cronista Juan Bautista Pomar en su obra titulada Relación de Tezcoco. Según Pomar, al cuerpo de Nezahualcóyotl se le vistió e instaló en un aposento bien ventilado y sobre su vientre se colocó una pesada piedra, a fin de detener, en la medida de lo posible, la rápida descomposición del cadáver y evitar que se hinchara. Cuatro días permaneció en esa habitación, a la espera de la despedida de otros gobernantes...

 

Esta publicación es un extracto del artículo “El adiós a los reyes” de las autoras Clementina Battcock y Maribel y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, número 96.