De peso completo

Alberto Sánchez Hernández

En el Norte se dice que es más fácil tocarlo que cargarlo. Lo cierto es que sin tololoche la música norteña no tiene sabor. Tololoche, dicen algunos, proviene del nahuatl, tololik, y otros, que del maya tololoch, o algo así. Comenzó a construirse en el siglo XIX y la movilidad social lo puso en todo el país. Acompañó a los trovadores yucatecos con gran éxito; ahora se le encuentra en su ambiente natural: las cantinas del Norte donde merodea junto al acordeón, la tarola y el bajo sexto (guitarra de doce cuerdas agrupadas en pares). Este contra-bajo no tiene pierde: se parece a un contra-bajo europeo, es de cuatro cuerdas, se toca sin arco, y las cuerdas se chicotean para producir el bajo. Y cuando el ejecutante se da vuelo, lo hace bailar, lo monta y golpea su caja con la palma de la mano, para reforzar las percusiones. No se fabrica en lauderías afamadas, pero su construcción requiere las habilidades del ebanista y sobre todo el amor a la polka y la redoba. “Suénenle con fe al bailazo / agarre bailadora / cójala del brazo;// rodéllele la cintura / saque polvareda / con el taconazo. Júntese cara a cara / y si trae pistola / saque el espinazo...”

 

“De peso completo” del autor Alberto Sánchez Hernández y se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, núm. 2.