De estudiante a guerrillero

Gustavo Pérez Rodríguez

Martín Xavier Mina y Larrea nació en Navarra, España, el 1° de julio de 1789, dentro de una familia de labradores. Su infancia transcurrió en la campiña cercana a Pamplona. Eran tiempos de cambio en Europa, y para 1808, mientras realizaba sus estudios de jurisprudencia en la Universidad de Zaragoza, vio cómo las fuerzas francesas invadían su patria con el pretexto de someter a Portugal, nación aliada de Inglaterra, enemiga férrea de Napoleón.

Se enteró del levantamiento del pueblo de Madrid contra el ejército francés y se presentó para participar en la defensa. Pero, ante las continuas derrotas y poca resistencia del ejército español, fue comisionado para regresar a su lugar natal y ponerse al frente de una partida, que a la postre recibió el nombre de Corso Terrestre de Navarra. Pronto este tipo de lucha se nombró como “guerrilla”, término procedente de la antes conocida “guerra pequeña”.

Las guerrillas constituyeron la forma más efectiva de enfrentar al poderoso ejército francés, y la de Xavier Mina se volvió célebre por su organización, la rapidez de sus ataques y su eficacia para cortar las comunicaciones invasoras. “Irse a Mina” fue una exclamación común entre los pobladores navarros al unirse a la guerrilla encabezada por aquel estudiante de apenas 19 años.

Decididos, los oficiales franceses tomaron serias medidas para terminar con aquel escurridizo joven. Lo capturaron en 1810 y lo enviaron a la prisión de Vincennes en Francia, por lo que su tío, Francisco Espoz –quien se agregaría el ya prestigiado apellido Mina–, quedó a cargo de la partida guerrillera. No se comprende la razón por la que Xavier no fue ajusticiado, como sucedió a casi todos los guerrilleros españoles capturados; quizá se explique por haber ganado el joven Mina admiración y simpatía por parte de sus captores: “Príncipe de los Guerrilleros” le llamaban los franceses.

 

Prisionero en Francia, pronunciado en España

Mina, el Mozo, como también era conocido popularmente, estuvo re­cluido hasta 1814, cuando Napoleón fue vencido por los aliados. Su recién adoptada ideología liberal le hizo abrigar muchas esperanzas para su patria. Pero la España a la que retornó no fue la que había imaginado, pues el rey Fernando VII creía en el poder absoluto y había desconocido la Constitución de Cádiz. Perseguía férreamente a los liberales que se oponían a su gobierno. Ante tal situación, y de acuerdo con su ya afamado tío Francisco Espoz y Mina, realizó el primer pronunciamiento contra el rey español y atacó infructuosamente Pamplona, por lo que tuvo que escapar de España para no regresar jamás.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Xavier Mina” del autor Gustavo Pérez Rodríguez y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 6.

 

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