Crónica de una resistencia ignorada

Jaime Bali Wuest

Son pocos los trabajos en el campo de la investigación histórica en México acerca de lo que ocurrió con los habitantes de los territorios perdidos, a partir de la intervención estadunidense en el siglo XIX. Si bien es cierto que sobre ese tema en México se ha investigado muy poco y difundido menos, es importante señalar que existen trabajos magistrales como el realizado por Antonio Ríos-Bustamante, en su obra Los Ángeles Pueblo y región,1781-1850, traducida al español por Paloma Bonfil y publicada  por el Instituto  Nacional  de  Antropología  e  Historia  en  1992. Además de presentar un documentado estudio de esa región y sus antecedentes, introduce una visión en la que se tiene en cuenta las acciones realizadas por quienes vivían en Los Ángeles y que, a raíz de la intervención de tropas norteamericanas que amenazaban la soberanía  de  la  Alta  California,  asumieron plenamente su condición de mexicanos, a pesar de quienes sostienen la tesis de que en aquel territorio era preeminente el sentimiento español entre los coterráneos que vivieron el proceso de transformación de la Nueva España al México independiente.

 

Ríos-Bustamante confirma el origen mestizo de los habitantes de la Alta California, aporta los datos de los censos realizados en aquella época y desdeña la tesis de que los californianos estaban orgullosos de su españolía. Esto se demostrará en los hechos por la manera en que los claifornianos reaccionaron en defensa de lo que consideraban su patria. Y esa patria sorprendentemente era México, el México independiente que apenas tenía un poco más de dos décadas, cuando los que enarbolaron la bandera del Oso reclamaron como propias las tierras sobre las cuales no tenían derecho.

 

No se trata en este breve espacio de argumentar acerca de la guerra injusta que hubo de librar México en aquellos desventurados y aciagos años; en todo caso, el propósito central es dar a conocer de manera somera, a partir de los elementos que aporta el trabajo publicado por Ríos-Bustamante, la actitud de un puñado de hombres que encabezaron, tal vez, la única insurrección de civiles en el territorio mexicano durante esa guerra, plenamente organizada y respaldada por un manifiesto en el que daban a conocer los motivos por los cuales se habían levantado en armas. Estos civiles no sólo suscribieron el manifiesto, también combatieron y derrotaron en repetidas ocasiones a las fuerzas de un enemigo muy superior en los heroicos y sorprendentes combates de Rancho Chino, Rancho Domínguez y San Pascual, causando desconcierto y bajas considerables a las tropas de ocupación respaldadas por marines que tenían copados los puertos e impedían la llegada de posibles refuerzos para la causa de los Angelinos.

 

Finalmente, los civiles que empuñaron las armas contra la ocupación, se dieron cuenta de la gran superioridad numérica de sus enemigos y, para evitar la pérdida de vidas inocentes, aceptaron render las armas y firmar un armisticio con los mandos de las tropas norteamericanas, dejando al desenlace final de la guerra, la suerte que correrían como ciudadanos mexicanos en aquellas tierras. El desenlace ya lo conocemos: como resultado de la guerra y de los tratados de Guadalupe Hidalgo, México cedió, entre otros territories, el de California, a los EU.

 

De esta historia poco conocida sólo quedan para el recuerdo las hazañas de los combatientes que se opusieron a quienes portaban por aquellos días la bandera del Oso, la misma que es hoy la insigna del estado de California.    

 

 

PRONUNCIAMIENTO CONTRA LOS NORTE AMERICANOS*

 

El 24 de septiembre se lanzó una proclama expresando los sentimientos del pueblo de Los Ángeles, el Pronunciamiento Contra Los Norte Americanos, que declaraba su lealtad a México y su resolución de echar fuera a los invasores del suelo mexicano. Firmada por 300 personas, cerca de la mitad de los hombres adultos en el distrito de Los Ángeles, esta proclamación decía a la letra:

 

Ciudadanos: Durante un mes y medio, por una lamentable fatalidad, resultado de la cobardía e incompetencia de las autoridades principales del departamento, nos hemos visto subyugados y oprimidos por una fuerza insignificante de aventureros de los Estados Unidos de Norte América quienes, poniéndonos en una condición peor que la de esclavos, nos están dictando leyes despóticas y arbitrarias con las cuales nos cargan de contribuciones e impuestos onerosos, pues desean destruir nuestras industrias y nuestra agricultura y obligarnos a abandonar nuestras propiedades para apropiárselas y dividírselas entre ellos. ¿Acaso hemos de permitir permanecer subyugados y aceptar en silencia la pesada cadena de la esclavitud? ¿Acaso hemos de perder el suelo heredado de nuestros padres, que tanta sangre les costara? ¿Habremos entonces de dejar nuestras familias víctimas de la más bárbara servidumbre? ¿Habremos de esperar hasta ver a nuestras mujeres violadas y a nuestros hijos inocentes fustigados por el látigo americano, nuestras propiedades saqueadas, nuestros templos profanados y nosotros mismos sumidos en una vida de vergüenza y desgracia? ¡No! ¡Mil veces no! Compatriotas, ¡primero muertos antes que eso! ¿Quiénes de ustedes no sienten su corazón latir y su sangre hervir al contemplar nuestra situación? ¿Quién sera el mexicano que no se indigne y eleve sus armas para acabar con nuestro opresor? Creemos que no habrá uno tan vil y cobarde. Por lo tanto, la mayoría de los habitantes de este distrito, justamente indignados con nuestros tiranos, elevamos el grito de guerra y con las armas en las mano, juramos apoyar los siguientes artículos:

 

  1. Nosotros, todos los habitantes del departamento de California, como miembros de la gran Nación Mexicana, declaramos que es y ha sido nuestro deseo pertenecerle sólo a ella, libre e independiente.

 

  1. Por lo tanto declaramos nulas e inoperantes las autoridades designadas por las fuerzas norteamericanas invasoras.

 

  1. Juramos no descansar hasta ver a todos los norteamericanos que han humillado a México fuera de nuestro suelo.

 

  1. Todo ciudadano mexicano de 15 a 60  años de edad que no empuñe las armas para apoyar este plan es declarado traidor, bajo pena de muerte.

 

  1. Todo mexicano o extranjero que directa o indirectamente ayude a los enemigos de México será castigado del mismo modo.

 

  1. Toda propiedad de los residentes nortemericanos que puedan haber tomado parte directa o indirecta o ayudado a los enemigos de México, será confiscada y utilizada para cubrir los gastos de guerra y sus habitantes serán enviados al interior de la República.

 

  1. Todos los que se opongan al presente plan serán castigados con las armas [fusilados].

 

  1. Todos los habitantes de Santa Bárbara y del distrito norte serán inmediatamente invitados a sumarse a este plan.

 

Campamento cercano a Los Ángeles, 24 de septiembre de 1846, Servulo Varela, Leonardo Cota y otros 300 más.

 

 

* Tomado de: Antonio Ríos Bustamante, Los Ángeles, pueblo y region, 1781-1850 Continuidad y adaptación en la periferia del norte mexicano, Colección Divulgación, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1991. 

 

El artículo "Crónica de una resistencia ignorada" del autor Jaime Bali Wuest se publicó integramente en Relatos e Historias en México número 12